¿Para qué más de un nombre?

Por Rutinacortadaacuchillo @RCACoficial

Si hacemos memoria de alguien que tiene tres nombres una de las primeras personas que se nos aparece es el ex arquero de River, Ferro y la selección: Germán Adrián Ramón Burgos. Los relatores solían decir orgullosos sus tres nombres después de una gran intervención de este loco.

Entonces pensamos, ¿hace falta más de un nombre para una persona? Dos ya es mucho, ¿pero tres? ¿A quién se le ocurre ponerle tres nombres a un hijo? ¿Los padres al momento de hacerlo que pensaban? ¿Qué cuándo iba a ir por la calle le iban a gritar “che Germán Adrián Ramóóóóón”? No! Si le gritas todos los nombres seguro ya se te fue dos cuadras. Y peor aún si alguien no sabe de la existencia de ellos y se entera cuando ve el DNI acompañado de su polémica fotocarnet.

Ni hablar de la gente que traslada un nombre feo de generación en degeneración simplemente porque es tradición. Si el nombre es feo, rompé la tradición viejo, no le cagues la vida al que viene abajo tuyo. Suficiente con que a vos te pongan Aldo Leopoldo Eriberto. No hace falta cagar a tu hijo trasladándole uno de esos nombres, los cuales además de feos son claramente atemporales. Si te llamás Ruperto, Domingo, Segundo o Susana, naciste viejo, mínimo con 40 años, y además seguro tenés algún rasgo depresivo. Y si vienen acompañados de más nombres ni te cuento. Viejo y goloso.

También sucede lo inverso con algunos nombres. Algunas personas dan la sensación de que nunca llegarán a la madurez, como ese primo Juan de 37 años al que todo el mundo llama Juancito, o tal vez la abuela Lupe, que para todos es Lupita, y ni hablar del famoso y polémico cantante al que todos conocen y siempre llamarán Pablito.

Después están nombres que directamente te condenan: Conchita, Eligio, Marciano, Violandina (todos estos nombres fueron corroborados y pertenecen a gente cercana y conocida de este blog).

Otra cuestión que resulta compleja de entender, son aquellas personas que por parecer más cool (leer con sutileza cuuul) le ponen nombres extravagantes a sus pobres criaturas; sin ir más lejos tenemos el reconocido caso de la hija del cantante de Coldplay, la cual se llama “Apple”; sí sí: “Manzana” o sea: “Manzana vení a comer que ya están los fideos!, ¡¿te llevas algo para el postre? ¿manzana?”; claro pero como es la hija del de Coldplay es lo más ese nombre. Dejate de joder! a quién le puede gustar llamarse Manzana, perdón Apple.