¿Para qué necesita un patrón confesional una universidad pública?

Publicado el 23 marzo 2011 por Desequilibros
¿…tiene sentido, adentrados ya en el siglo XXI, que una universidad pública y civil, la universidad de Zaragoza, una institución pública del Estado, mantenga oficialmente un patrón confesional, cuya celebración se considera festiva y no lectiva?
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San Braulio es el patrón oficial de la Universidad de Zaragoza. Como es mi "Alma máter", conozco un poco el caso. Fue escritor y obispo de Zaragoza, allá por el siglo VII. Fue personaje de cierta importancia en la época, qué duda cabe, y tuvo cierta ralación con otro conspicuo personaje, San Isidoro de Sevilla.
Pero no nos interesan aquí sus peripecias ni sus logros, sino el hecho de que, a día de hoy, el santo Zaragozano sigue siendo el patrón de la Universidad pública de la ciudad.
Antonio Aramayona, profesor de filosofía en esta universidad, se pregunta hoy en un artículo en el Periódico de Aragón titulado "Gaudeamus Igitur". Amén, y que ya publicó el pasado día 21 en su blog personal, la utopía es necesaria, para qué necesita un patrón confesional como San Braulio una universidad pública como la de Zaragoza.
Describe la ceremonia del año 2010 resaltando algunos aspectos que él mismo califica de surrealista:
"…el Rector volvió a tomar la palabra: "A continuación tiene la palabra el profesor doctor don XX, de la Facultad de Veterinaria, que pronunciará la alocución laudatoria en honor del patrón San Braulio, titulada Del genoma mitocondrial a la enfermedad.
Seguramente, crujieron los cimientos de la universidad zaragozana y de su historia al tratar de entender aquel acto de travestismo por el que el genoma mitocondrial mutaba en una alocución ("discurso o razonamiento breve por lo común y dirigido por un superior a sus inferiores, secuaces o súbditos") laudatoria ("que alaba o contiene alabanza") en honor del patrón ("defensor, protector"; "protector escogido por un pueblo o congregación, ya sea un santo, ya la Virgen o Jesucristo en alguna de sus advocaciones") San Braulio".

Contradictorio, diría yo.
La reinvidicación del profesor Aramayona no puede ser más coherente y adaptada a la realidad actual:
"En una sociedad plural como es la actual y en un Estado aconfesional como establece la Constitución española de 1978 carece de sentido que una universidad pública y civil mantenga como festividad propia principal la de un obispo católico del siglo VII venerado como santo por los fieles de la confesión católica.
Aragón tiene un nutrido número de intelectuales y artistas de primera fila, en cuyo honor la universidad de Zaragoza podría celebrar unánimemente su festividad oficial. Por ejemplo, Santiago Ramón y Cajal, Francisco de Goya, María Moliner, Luis Buñuel, Miguel Catalán, Joaquín Costa, etc.
¿Para qué necesita un patrón confesional una universidad pública como la universidad de Zaragoza? Seguramente, la respuesta mayoritaria en el mundo universitario es la indiferencia, la indolencia, el desinterés, la abulia y la inercia al respecto por parte de buena parte del mundo universitario. Así nacen, crecen, maduran y vegetan las tradiciones". 

Continúa glosando los méritos del santo patrón:
"…su aportación intelectual en cualquier ámbito del saber racional y de los saberes científicos es bastante escasa o nula: principalmente, su relación epistolar (unas 44 cartas) con Isidoro de Sevilla, su obra "Vida y milagros de san Millán de la Cogolla" y su participación protagonista en los concilios V y VI de Toledo, donde entre otras cosas se decreta sobre todo medidas persecutorias de extrema dureza contra los judíos.
En el año 2011 no sería descabellado examinar si Braulio de Zaragoza reúne méritos para que la festividad universitaria institucional le esté dedicada, considerando además el considerable número de figuras de las letras, las artes y las ciencias que han nacido, vivido o trabajado en tierras aragonesas".

El 25 de marzo de 2011, pasado mañana, se repetirá la ceremonia, suponemos que en similares términos. Y el profesor Aramayona se pregunta si Kant asistirá, en un notable acto de "levantar la cabeza" y se preguntará sobre "la necesidad de que el hombre salga de su minoría de edad, es decir, de la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro".
Y el colofón es definitivo:
"…cada uno es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro, dejando así de permanecer con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía.
Por eso les es tan fácil a algunos erigirse en tutores, patrones y patronos". 

La universidad se ha caracterizado estos últimos años por su enorme capacidad de endogamia, inercia y marasmo intelectual. No me malinterpreten: hay profesores excelentes, yo mismo tuve no menos de media docena realmente brillantes, pero lo que debería ser un centro de formación avanzado que contribuya a la mejora de la sociedad en todos sus aspectos, se ha quedado a medio camino, entre reformas inacabadas, temarios obsoletos, recinto de quienes prolongan su vida académica para no engrosar las listas del paro, estudios de dudosa utilidad y carencias presupuestarias evidentes.
En fin, que da la impresión que por la misma razón que San Braulio sigue siendo el Patrón, los designios de la universidad se rigen por los mismos patrones.
Que me disculpen los rectores que han peleado por mejorar la universidad a costa de sus propias trayectorias investigadoras y docentes. Pero aquí hay una extemporaneidad manifiesta.
Suscribo las palabras de Antonio Aramayona. Amén.
Igual convendría repasar la letra del himno de la universidad, el gaudeamus igitur, y recuperar, al menos en parte, su espíritu y de su literalidad.
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la imagen está sacada de café del artista, de su artículo Gaudeamus igitur, cuya lectura también recomiendo.