A mediados de septiembre, aprovechando unos días de vacaciones, fuímos a visitar Cenera de Zalima y Villanueva del Río, dos pueblos que no conocíamos, pues cuando los anegó el pantano de Aguilar nosotros éramos unos críos. Pero no fuímos los únicos. El lugar, al que se accede por una carretera de tierra, lo que queda de la vieja carretera que los comunicaba, estaba lleno de coches, visitantes que habían tenido el mismo impulso que nosotros por revivir la historia, o que venían de fuera, alertados por las imágenes que estos meses han publicado los medios de comunicación.
Un servidor, como mero observador más de aquellas ruinas, pero Estalayo, intrépido fotógrafo, indagando por aquí y por allá, haciéndose con una balsa para llegar hasta las ruinas ahora regurgitadas por las aguas, retratando los restos de su iglesia, cuya portada románica se instaló en el castillo de Monzón de Campos, reportaje que estudiamos presentar al filo de la Navidad en la sección de los domingos, como recuerdo a quienes vivieron en aquel lugar.
Hacia el otro lado, muy cerca de la ubicación que tuvo el pueblo de Villanueva del Río, se localiza el puente medieval, de cinco magníficos ojos, levantado entre los siglos XIII y XIV, muy parecido, según los entendidos, al puente mayor de Aguilar de Campoo. Algunos ya han propuesto el traslado y la reconstrucción de este puente, tal vez formando parte del Camino Francés de Santiago que venía de Cervatos, pero se ha rechazado desde el consistorio aguilarense por su elevado costo.
Otra cosa es el expolio del patrimonio al que dicen no poder poner freno desde los Organismos y la Fundación Santa María la Real. Algo parecido sucedió en León, donde el embalse de Luna engulló 70 molinos, 28 puentes, cuatro fraguas, iglesias, ermitas y castros y de cuyo saqueo da detallada cuenta la historiadora Ana Villanueva. Los bienes que evacuan los vecinos antes de inundarse, lo que va demoliendo el agua con el paso del tiempo y lo que se expolia cuando desciende el caudal del pantano.
En nuestro caso bastaría, digo yo, con cerrar los caminos durante ciertas horas y que una cámara grabase en estos puntos hasta que las aguas vuelvan a cubrirlos.
De la sección "La Madeja", en Diario Palentino, @2017