Para ser estrella a medianoche, de Anne Waldman (Arrebato Libros, 2022. Traducción de Mariano Antolín Rato).
Se publica en España una antología de la poeta estadounidense Anne Waldman en una edición bilingüe, traducida por el escritor y Premio Nacional de Traducción Mariano Antolín Rato. Nacida en Nueva Jersey en 1945, desde muy joven, se sintió atraída por la Beat Generation y acabó formando parte de ella.
Waldman es una poeta realmente prolija, con más de sesenta libros publicados, además de activista cultural y feminista, algo que podemos apreciar en sus poemas. También destaca su labor como performer y artista interdisciplinar, colaborando con músicos, realizadores de cine y videoartistas. Asimismo, es una importante divulgadora de la poesía beat, especialmente por ser la cofundadora, junto a Allen Ginsberg y Diane Di Prima de la Jack Kerouac School Disembodied Poetics en Naropa University de Colorado, fundada en 1974. Entre sus múltiples reconocimientos, destacan los premios American Book Awards o el Pen Center Award. Es una de las pocas autoras que quedan vivas de aquella generación que cambió el devenir de la poesía (y no solo de la poesía) del siglo XX. Con la publicación de Para ser estrella a medianoche se confirma el creciente interés (y necesidad) de editar en español a otros autores beat, más allá de la triada Ginsberg-Kerouac-Burroughs. Prueba de ello son las recientes publicaciones de, entre otros, Joanne Kyger, Diane Di Prima, Lew Welch, Michael McClure o Lawrence Ferlinguetti. Ahora le toca el turno a Anne Waldman, de quien ya se publicó un puñado de poemas en la imprescindible Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la generación beat editada y traducida por Annalisa Marí Pegrum en Bartleby en 2016. Pero aquella era una antología generacional y ahora podemos ahondar más en la autora.
Lo primero que llama la atención de Para ser estrella a medianoche, es su carácter permeable, abierto a otras referencias y registros. Los poemas de Waldman se construyen desde la intertextualidad, así como la hipertextualidad, pues, por un lado, son textos que aluden a otros, tanto de la propia Waldman como de diferentes autores con los que genera vínculos y crea un contexto. Por otra parte, son fragmentos de diversos registros que incluyen lo extrapoético y que se complementan entre sí. Además, pueden leerse de manera independiente, como cartas breves o textos de corte reflexivo y descriptivo que se intercalan entre los versos, creando varias capas. En esa amalgama de frases, versos y fragmentos heterogéneos, se pueden rescatar algunas frases que suenan como aforismos: “Era más fácil pensar en el fin del mundo que en el del Capital” o metáforas brillantes como “semen nuclear”. También acuña expresiones más filosóficas, como “El imperio contemporáneo tecno-porno-punk”o “base tanato-pornográfica” refiriéndose al momento actual.
En esa escritura híbrida a la vez que metadiscursiva, destacan las glosas o introducciones que hay antes de cada poema, realizadas especialmente para esta antología. Waldman plasma, a modo de introducción, unas palabras donde aclara por qué ha escrito cada poema, e incluso, revela cómo se germinó su escritura. A veces sorprende por la disparidad de influencias que confluyen con naturalidad en un mismo texto.
El libro se divide en 10 poemas largos que evidencian su potencia poética. La mayoría son textos de poemarios recientes que indagan en sus preocupaciones más presentes. En “Yo soy el guardián” rinde homenaje a Jack Kerouac: “Querido Jack Kerouac / que prefirió morir a ser famoso”. Es cierto que el autor de En el camino murió alcoholizado y envuelto en un halo de soledad, alejado de la fama que se granjeó en los años 50, pero su legado ha ido ganando adeptos (por cierto, este año se celebra su centenario). De él, dice que es “eterno guardián, protector del lenguaje”, una bella manera de reconocer su valor. Waldman se muestra siempre generosa y reconoce sus influencias. Por ejemplo, dice de John Cage que es el artista por excelencia del siglo XX. No obstante, también es capaz de desmitificar o cuestionar a algunos de sus maestros, aludiendo al “imperialismo y capitalismo cultural” de Antonin Artaud y Ezra Pound, o la “academización” del lenguaje poético desde el privilegio de figuras como Gertrude Stein y Charles Olson.
Waldman deja claro su preocupación por el poeta comprometido: “¿Adónde ir? ¿Qué es ser poeta ahora? Pasaremos felizmente desapercibidos, en una zona temporalmente autónoma donde estaremos mirando la imagen completa…”. Prueba de ello es “Esta es la realidad antitética”, un “poema de protesta” sobre la situación más reciente de la pandemia, con su consiguiente colapso general. Sin embargo, desde ese lugar es donde ella escribe sus “aullidos”: “Estamos aquí para reavivar belleza y sabiduría / Intentamos que sea posible un arte / que transforme & renueve / Intentamos conseguir revivirlo ya”. Su implicación la lleva a viajar a la frontera mexicana para ser testigo de las penurias por las que pasan los niños: “Lo que está pasando en la frontera es insoportable”.
“Ceremonias en el mundo del Gong” es un poema vanguardista, con estructura de collage que aglutina registros distintos, mezclando verso y prosa, como estratos que se superponen para formar un mosaico. Otros, como “Luz bloquea coda” contiene partes aparentemente disconformes, que, como ella misma reconoce, forman un “montaje de fragmentos e interjecciones sobre acontecimientos actuales”, incluyendo cartas y poemas. Incluso, pueden rescatarse fragmentos de sus largos poemas a modo de haikus: “un lugar en sombra / cerca del álamo / ¿dónde está mi as oculto?”.
Otro de los elementos que vertebra su poesía es la influencia del budismo, algo común en muchos compañeros de generación que introdujeron prácticas orientales en sus poéticas como una liberación de la mente frente a los mecanismos de control del Capitalismo. Waldman, budista practicante, integra su filosofía con naturalidad en su discurso.
El posicionamiento feminista es otro de sus temas más candentes. En “Truco o muerte” rinde tributo a la poeta Joanne Kyger (perteneciente al movimiento Renacimiento de San Francisco, así como a la Generación Beat) a la vez que se rebela frente al patriarcado: “poeta-ladrona / clava la estaca para señalar tu camino”. En “Feminismo engañoso” reacciona frente a la LGBTQfobia y la misoginia institucional.
Al final, se evidencia cierta influencia y reconocimiento de sus compañeros John Giorno, Patti Smith, Allen Ginsberg, Diane Di Prima, Joanne Kyger o el compositor John Cage, si bien se abre a otros autores contemporáneos, como el filósofo español Paul B. Preciado, al que denomina “pionero”. E incluso, hay reconocimiento para Lorca, ya que cierra su largo poema “Luz bloquea coda” con unos versos enigmáticos del poeta granadino (en las fotografías que se adjuntan al principio del libro, vemos a Anne Waldman en una exposición de Lorca en la Residencia de Estudiantes de Madrid).
El libro está editado y traducido con esmero, y se nota. Desde la portada nacarada que juega con el plata y el morado, donde se intuye el rostro de la autora, hasta las distintas tipografías y fotografías que redondean una maquetación muy cuidada.
Finalmente, la lectura de estos poemas supone una mirada hacia el exterior, pero también desde el exterior, pues refleja distintas problemáticas contemporáneas (género, racismo, refugiados…) que se desbordan por sí mismas. Por eso su poesía habita en el espacio público, denunciando las injusticias. La poeta estadounidense se compromete también con el lenguaje, desprejuiciándolo de su anquilosamiento institucional. Además, esta antología evidencia muchas de las temáticas o preocupaciones de la Generación Beat, como el budismo, la deshumanización del Capitalismo, la espontaneidad o la intertextualidad.
(Reseña publicada originariamente en Vallejo & Co en junio de 2022).