Un cómic para adultos por Cayetano.
El gran Carlos Giménez es un referente importante para todos los seguidores del buen cómic (a Carlos le gusta llamarlos “tebeos”) tanto en el tema urbano, con “Los profesionales”, “Rambla arriba, rambla abajo”... como en el de la inmediata postguerra: “Paracuellos”, “Barrio”…, donde se nos cuentan sucesos muchas veces vividos en carne propia. Carlos Giménez, de padre fallecido y madre enferma, fue internado con cinco años de edad en el Auxilio Social, dependiente de la FET y de las JONS, pasando su infancia en diferentes instalaciones, lo que dota a lo contado de mayor verosimilitud y una escalofriante impronta de vivencia personal.
Por las páginas de “Paracuellos” pasan (circulan, pululan, discurren, malviven, sufren…) niños orejones y hambrientos, de enormes ojos tristes y aterrados, seres desprotegidos y castigados, faltos de cariño, a los que la vida ha arrinconado en el desván de los olvidados, en la orilla de los perdedores. Frente a ellos, como un muro infranqueable e inmisericorde, la maldad, la autoridad despótica y abusiva por parte de los responsables del Auxilio Social que, haciendo gala de un sádico repertorio de vejaciones y malos tratos, utilizan a los chicos como blanco de sus frustraciones, represiones y miserias.
Todo Paracuellos es un recorrido por estos centros del Auxilio Social, verdaderos campos de internamiento, cárceles auténticas donde aparece la brutalidad más zafia e impune de los vencedores en la pasada guerra, donde los chicos pretenden sobrevivir aprendiendo artimañas para conseguir un poco más de pan o alguna cosa que les alivie el hambre.
Carlos Jiménez, dibujante y guionista, autodidacta siempre, aprendió a dibujar desde niño leyendo, copiando e imitando el estilo de los tebeos que llegaban a sus manos (El Cachorro de Iranzo, el Capitán Trueno de Víctor Mora y Ambrós…) Él mismo nos dice:
“Fui un niño que quiso ser dibujante de tebeos. Soy un sesentón que se ha pasado toda su vida haciéndolos. No sé hacer otra cosa y no he querido hacer otra cosa.”
De una entrevista a Carlos Jiménez