Luisa Estela Morales L.- A nadie se puede obligar a abandonar de repente costumbres o malas costumbres adquiridas por generaciones. Al menos debemos detener la carrera y las colas para obtener productos no necesarios que no llegan en las “cajas Clap”, ni se hallan en mercados populares, pero que tal vez “enriquecieron” la mesa de la Venezuela petrolera.
No es proteína solamente, ni lípidos, ni carbohidratos -que si los tenemos-; las colas y las carreras son por productos no indispensables, de marcas internacionales como Nestlé, Alimentos Kellogg’s y Polar, o cualquier otra transnacional de alimentos procesados; leche condensada, cereales transgénicos cargados de azucares industriales y colorantes; refrescos enlatados (bebidas gaseosas), -Pepsi Cola o Coca-Cola- refinados y de larga duración.
Eso recuerda que la cultura campesina desapareció con la industrialización del campo por trasnacionales de alimentos, que solo procesan, envasan y venden; y los espacios productivos se proponen para otros fines y propósitos, por tanto, desvanece el saber agrícola y se dedica el campo para áreas de producción de bienes que incrementan el consumismo, crean las dependencias hegemónicas y convierten los centros de distribución en multicentros para el consumismo.
Ante tan aplastante realidad que nos arrastra a la “globalización capitalista”, aunque queramos negarlos, el campesinado sobreviviente a esa transculturización alimentaria se ha vuelto monotemático, repite “tierra, tierra, tierra” sin reclamar otros asuntos fundamentales como es el modo de producción y todo el resto de los factores que impedirían la debacle capitalista-individualista.
Pero, es bueno recordar, que el cambio de modo de producir acarrea el modificar el modo de distribuir, y el modo de consumir, es decir, que la coyuntura histórica ya es un asunto antropológico, y como afirmo el autor P.P. Pasolini se percibe una “revolución antropológica”; una nueva manera de socialización básica existencial, una redefinición basada en valores, que comienzan por el respeto, la honradez, la responsabilidad y el trabajo; que son valores de grupo y que, unidos a los valores personales, virtudes del ser humano plantearán un nuevo paradigma.
Luisa Estela Morales L
Magistrada Emérita
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