El Alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, está realizando un severo escrutinio de las actuaciones del consistorio anterior durante sus primeros meses de mandato. Raro es el día que no nos sorprende desde algún titular de los medios desvelándonos una escalofriante suma de millones de euros despilfarrados por el anterior gabinete o un rimero de facturas impagadas de montante astronómico aparecidas por sorpresa en los fondos de los cajones de tal o cual delegación.
Es de agradecer, desde luego, puesto que los ciudadanos tienen todo el derecho a saber en qué se ha dilapidado el dinero que abonan sufridamente a través de los impuestos. En este asunto, el Alcalde rara vez va a encontrar detractores, salvo aquellos a quienes el escándalo pudiera salpicar de alguna manera y sí un cúmulo de ovaciones de los que defienden la transparencia y el uso ponderado y meticuloso de los dineros públicos.
Sin embargo, estas actuaciones esclarecedoras por parte de Zoido tienen su lado oscuro, como la fuerza. Porque sorprende sobremanera que no en todos los casos actúe igual y, lo que es peor, que cuando no lo hace no ofrezca alguna explicación plausible que lo justifique.
Escribía el pasado sábado 29 de octubre Carmen Torres en el diario El Mundo edición de Sevilla, en un artículo titulado “Tussam retrasa una semana el pago de las nóminas por falta de liquidez”, que el problema de tesorería que generó dichos atrasos, según el Ayuntamiento, “se debe a que los anteriores gestores de la empresa dejaron sin cobertura los gastos de los meses de octubre, noviembre y diciembre, incluidos las nóminas”. El responsable último de la gestión de Tussam en ese tiempo no era otro que el ínclito Carlos Arizaga, mira por dónde.
Continúa Carmen más adelante en su artículo escribiendo que “se da la circunstancia de que el anterior gerente de Tussam, responsable de esta situación según la nueva dirección de la empresa, sigue en nómina del Ayuntamiento”. Arizaga ha sido contratado por la Agrupación de Interés Económico DeSevilla (AIE DeSevilla) “para elaborar mecanismos de control interno y de reducción de gastos de cara a un relanzamiento de esta entidad por parte del PP”.
La primera paradoja es que alguien a quien se le hace responsable de una situación anómala y de tanta gravedad en la compañía de transportes urbanos continúe en la nómina del nuevo Ayuntamiento. La segunda es que se le contrate para reducir gastos cuando, mientras estuvo al frente de Tussam, al menos permitió sin abrir la boca siquiera que se desviaran 70 millones de euros que correspondían a la empresa para otras partidas que nada tenían que ver con ella, según denunció el propio Alcalde. Y la tercera, y la más incomprensible de todas, es que Zoido aún no ha ofrecido explicación alguna que justifique esta anomalía, ni tampoco ha comenzado la auditoría de la compañía que tanto prometió en campaña y que podría aportar bastante luz en el dilema. Algo muy extraño en un Alcalde al que le gusta jactarse de cumplir siempre la palabra dada.
La propia Carmen Torres escribía al día siguiente en el mismo diario otro artículo en el que desvelaba que el anterior regidor, Alfredo Sánchez Monteseirín, provocó pérdidas de 4,5 millones de euros en Emasesa mediante “gastos que no tienen nada que ver con el ciclo de la gestión del agua”, entre otros las campañas de propaganda.
No es descabellado por tanto suponer que en Tussam ocurriera algo parecido, por la sencilla razón de que los gastos publicitarios de las empresas municipales estaban centralizados y gestionados directamente desde la AIE. Baste recordar que este humilde periodista denunció en su día en este blog tales prácticas anómalas en lo que a la empresa de transportes concernía y que Arizaga intentó mandarlo a su casa, sin trabajo y sin salario, durante nueve meses. Un ejemplo más que representativo del sello inconfundible del estilo Arizaga; el que no se pliega, a galeras a remar.
Si a pesar de tales paradojas, Zoido todavía lo tiene en nómina, debe ser por alguna razón que se escapa a mi humilde intelecto, pero que convendría explicar detalladamente al ciudadano. Porque el sevillano de a pie no es que sea muy dado a comprender de sopetón los argumentos de ciencia ficción. Y explicar, hay que explicarlo todo, tanto si interesa como si no.