Paradojas gordianas

Por David Porcel

¿Cuánta carga de desconocimiento podemos soportar? ¿A qué nos abre el desconocimiento cuando ya no podemos conocer? ¿Qué nos enseña la oscuridad cuando se va la luz de la vela? Son algunas de las preguntas que se despiertan entre quienes viven retirados de la «cultura de la información y el conocimiento». Y es paradójico que uno de los fundadores de ésta, el francés René Descartes, descubriera el cogito precisamente suspendiendo la actividad del conocimiento. ¿O no fue renunciando a ver y a pensar el mundo como se le iluminó el ver y el pensar mismos? ¿No fue un acto deliberado de desconocimiento lo que sacó a Europa del claustro medieval y la lanzó a conocer el mundo? De los límites del desconocimiento, podría titularse el contrapunto a la modernidad, y cuanto a ella debemos.

"Descubrir tan extraña realidad como al conciencia, ¿no implica volverse de espaldas a la vida, no es tomar una actitud perfectamente opuesta a la que al vivir nos es natural? ¿No es lo natural vivir hacia el mundo en torno, creer en su realidad, apoyarse en la magnífica circunferencia del horizonte como en un aro inconmovible que nos mantiene a flote sobre la existencia? ¿Cómo llega el hombre a ese descubrimiento, cómo verifica esa antinatural torsión y se vuelve hacia sí y al volverse encuentra su intimidad, cae en la cuenta de que no es sino eso, reflexividad, intimidad?" (Ortega y Gasset, Lección VI, ¿Qué es filosofía?)