Pongamos las cosas claras antes de nada, yo soy uno de los primeros que agradece la existencia de la UNED, porque sin ella ninguno hubiéramos podido acceder a nuestras carreras a distancia, pero cuidado, no por eso debo estar de acuerdo y mirar para otro lado cuando algo tiene mucho, mucho que mejorar y muchas, llamémoslo "antiguedades", que actualizar.
Las nuevas universidades privadas a distancia al amparo de los nuevos grados vienen pisando muy fuerte, acompañadas de tecnología, clases online, tutorías de ayuda reales mediante sistemas online (no como las de UNED), en fin... avances que se hacen necesarios en una sociedad donde todo está o estará digitalizado y virtualizado. Como muestra solo mencionar que a los libros de UNED ni siquiera se puede tener acceso a ellos mediante PDF cuando las dos terceras partes de las personas en este país posee un dispositivo que le permite utilizarlo. No hablemos ya de tutorías o clases por videoconferencia habituales y universales en todas las carreras y centros asociados.
Bueno, pues ahora el cuento y cada uno que saque sus propias conclusiones, yo la que he sacado es la del título de mi sección, que todos somos "Homo Insapiens".
Por último, espero que os guste este cuento y dejadnos vuestras impresiones en los comentarios que si no... es un rollo escribir al 0% feedback. Por cierto, la fuente del cuento: Macoteca
Unos científicos colocaron en una jaula cinco monos, una escalera y sobre ella unos cuantos plátanos.
Cada vez que un mono subía la escalera para comer, el resto sufría una descarga eléctrica, así que después de algún tiempo, en cuando un mono se aproximaba siquiera a la escalera, los otros le golpeaban.
Pasados unos días, ningún mono subía la escalera a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos y la primera cosa que hizo fue, lógicamente, intentar subir la escalera. Por lo que el resto le dieron una tremenda paliza.
Después de bastantes golpes, el nuevo integrante del grupo jamás volvió a pretender subir más la escalera, aunque nunca supo el porqué de tales palizas.
Cuando un segundo mono fue sustituido y sucedió lo mismo, el primer sustituto participó con entusiasmo en la agresión al novato.
Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. Llego después un cuarto y, finalmente, el quinto de los veteranos también fue sustituido.
Los científicos se quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, a pesar de que jamás habían recibido una descarga eléctrica, continuaban golpeando a aquel que intentaba llegar a los plátanos.
Si hubiera sido posible preguntar a cualquiera de esos cinco monos porqué pegaban a aquellos que intentaban subir la escalera, con certeza la respuesta simplemente hubiese sido:
No lo sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.