Tercera entrega de la ya famosa saga de terror casero especialmente destinada a los amantes y curiosos de la parapsicología. Una precuela que nos cuenta los orígenes del horror que envolvió a las hermanas Katie y Kristi. La película nos traslada a su infancia, hacia finales de los años ochenta, cuando ambas apenas son unas niñas cuando lo paranormal empieza a rondar sus vidas...
No hay dos sin tres, como se suele decir, y en el negocio del cine esta máxima se cumple a rajatabla cuando hay por medio grandes posibilidades económicas aún por exprimir. Con esta saga de terror ocurre eso exactamente: Paranormal Activity (Oren Peli, 2007) dió el pistoletazo de salida a esta rentable saga con una película de terror que caló hondo en el subconsciente de los espectadores gracias a su velo de realidad y apoyada en esa forma de mostrarnos los hechos, en teoría grabados tal y como ocurrieron. Una buena campaña de marketing viral hizo el resto y la elevó a los neo-altares del cine de terror contemporáneo. Paranormal Activity 2 (Tod Williams, 2010) llegó poco después como la previsible e imprescindible secuela que aprovecharía el tirón de la original para amasar aún más dinero repitiendo el mismo esquema pero sin la capacidad de sorpresa de la primera entrega. A mí, personalmente, me pareció tediosa y lamentable, y juré que no le daría más oportunidades a esta saga...
Pero claro, donde dije digo, digo Diego -nunca mejor dicho...-, y hete aquí que un buen día me encuentro sentado en la butaca del cine para dar buena cuenta de un enorme cubo de palomitas y una Coca Cola Zero -por aquello de las calorías- en una sala donde proyectaban Paranormal Activity 3. Y tengo que reconocer que finalmente no me lo pasé tan mal y, qué diantres, me ha parecido la mejor de la saga hasta la fecha, aunque es cierto que lo tenía muy fácil teniendo en cuenta sus antecedentes.
El argumento es el de siempre, así que no espereís algo desbordante de originalidad. En esta ocasión nos trasladamos a finales de los años '80 para conocer en primera persona cómo comenzó la pesadilla que persigue a las hermanas Katie y Kristi desde su infancia. Seremos testigos de cómo noche tras noche se van sucediendo todo tipo de fenómenos en su casa: ruidos de procedencia desconocida, golpes, objetos que se mueven solos, extraños comportamientos por parte de las niñas... Y todo ello, cómo no, siendo grabado por las cámaras caseras que, por uno u otro motivo, siempre acaban estando presentes para ofrecernos ese punto de vista.
Mención especial para la gran idea de colocar una cámara sobre el mecanismo giratorio de un ventilador. Me pareció un recurso brillante a la hora de crear tensión con esa cámara que va y viene de izquierda a derecha y viceversa, generando una atmósfera repleta de expectación, dudas y miedo ante lo que puede estar acechando en cuanto la cámara gire. En ese sentido, el film juega muy bien las bazas en cuanto a tensión, sobresaltos y sustos varios. Incluso juegan con el espectador, pues algunas de las escenas que aparecen en los trailers no entran en el montaje proyectado en cines y sí otras que no hemos visto antes. Quizás lo hayan dejado para una posterior edición extendida en DVD y Bluray. Además, de las tres películas que forman la saga hasta la fecha, es la más dinámica y la que menos tarda en mostrar sus cartas. Sin duda alguna creo que el espectador agradecerá ese cambio de ritmo que precipita los acontecimientos sin rodeos innecesarios.
Otro pequeño gran acierto en esta ocasión es el reparto, sobre todo la elección de las dos niñas protagonistas. Su actuación rebosa naturalidad y frescura, e incluso la más pequeña de ellas consigue en algunos momentos provocar la desconfianza y el recelo en el espectador, por no decir que acojona directamente en algunas escenas. Los adultos en esta ocasión son meras comparsas en una historia en la que el protagonismo recae, y de forma acertad además, en las dos pequeñas intérpretes.
En resumen, y para no andarme por las ramas, esta es la película más dinámica de las tres que forman la saga de Paranormal Activity, y yo me atrevería a decir que también es la mejor, sin que eso tenga que contituir necesariamente un cumplido. Tiene tensión, tiene momentos de sobresalto -algunos logrados, otros muy facilones- y aburrirá menos al espectador que sus dos predecesoras. Por lo demás, es más de lo mismo: un extraño híbrido bastardo entre Poltergeist (1982) y El Proyecto de la bruja de Blair (1999) -con un final que se me antoja deudor de la cinta de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez- adaptado a los tiempos que corren. Desde luego ni ésta entrega ni la trilogía de la que forma parte son la maravillosa película de terror que nos quieren vender.