Parecidos Razonables en la Literatura Juvenil

Publicado el 03 enero 2012 por Mientraslees
Ya es más que sabido que hoy en día está todo inventado. No es un gran descubrimiento. Por lo mismo, tampoco es de extrañar encontrarte leyendo un libro del que no habías escuchado nada y, de pronto, descubrir escenas o ideas parecidas que sí habías conocido en lecturas anteriores. Lo gracioso es cuando buscas las fechas de ambos títulos y, ¡sorpresa! uno parece haberse inspirado en el otro más de lo aconsejable. ¿Qué pensar en estos casos? Porque ocurren, y ojo, con mucha frecuencia. Sinceramente, para mí es divertido encontrar referencias a otras obras o ideas que el autor ha cogido prestada de otros, más cuando son reseñados en las últimas palabras de agradecimiento, tal como ocurre en "La noche de Lobos", de Federico Volpini, quien comunicó al lector que su obra había bebido de algunas fuentes como El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki o El príncipe valiente, de Harold Foster.
Sin embargo, hay veces que el autor se calla sus referencias, ya sea porque no desea ser descubierto o porque, de forma inteligente, quiere incitar al lector para que lo descubra. Sea como fuere, lo que estáis a punto de encontrar entre este mar de letras, es una pequeña ronda de "parecidos razonables" entre obras de la literatura juvenil actual con otras, tal vez no tan juveniles o no tan actuales. Por supuesto, nadie lanzará una piedra contra tales títulos ni se querrá insinuar que su calidad literaria sea nefasta; por favor, faltaría más. Lo que sí quiero es instarlos a reflexionar: ¿estamos ante una grave crisis de originalidad? Eso ya tendréis que juzgarlo por vosotros mismos.
La exitosa saga vampírica creada por la estadounidense Stephenie Meyer no ha sido precisamente un saco con fondo para otros autores "lijeros"; más bien lo contrario. A pesar de las terribles críticas hacia la obra de Meyer entre las altas esferas literarias, el boom recién pierde fuelle entrado el 2012, después de más de cinco años consecutivos de arrolladora histeria fan, provocada en parte por el fenómeno cinematográfico. Sin embargo, tanto en EEUU como aquí en España, no han parado de salir libros vampíricos que, a muchos, nos han recordado ligeramente al bombazo de Meyer. Son casos como Éxodo, de la autora española Anissa B. Damon o El beso del vampiro, de la alemana Lynn Raven; escenas casi copiadas, diálogos similares y arquetipos que desvelan una fuerte influencia de Bella y Edward Cullen. Sin ir más lejos, estos títulos también versan sobre el mundo de la noche y los seres casi-parecidos a los vampiros. Sin embargo, aunque intenten innovar, como hizo Halo, de Alexandra Adornetto, con sus ángeles de alas rosas y sus demonios de quita y pon, lo cierto es que la historia sigue siendo la misma y ya la había contado Stephenie Meyer antes, con gran éxito, por cierto. ¿Sería ese éxito ocasionado lo que empujaría a las editoriales a publicar libros parecidos al famoso "Crepúsculo"? Creemos que sí, y esto a su vez, contribuyó más tarde a la creación de la famosa burbuja "vampírica".
La saga "Despertar" de LJ Smith es otro buen ejemplo de libros que se parecen a primera vista, cual gota de lluvia. Dejado de lado que la saga Despertar y la saga Crepúsculo ya cuentan con muchísimas similitudes de fondo, a LJ Smith le ha tocado lidiar con Mestiza, de Jennifer L. Armentrout o Instinto, de Amanda Hocking; dos libros que tratan por igual el tema de los dos hermanos fantásticos que se enamoran perdidamente de una humana que, a su vez, no tiene ni idea del mundo vampírico pero termina enterándose hasta convertirse en un elemento clave para la salvación del mundo -blablablabla-. Estos casos se han convertido ya en verdaderos clásicos del copia y pega de personajes, argumentos, escenarios y hasta enamoramientos; los propios fans de cada saga saben que en el fondo todos nacen del mismo lugar y, por qué no, es eso exactamente lo que buscan. Otros salvan los títulos con las diferencias que van desarrollando a lo largo de la trama ya que, aunque se parezcan en un principio, luego terminan tomando caminos diferentes (aunque siga existiendo la esencia). Un buen ejemplo de esto sería la saga Medianoche, muy criticada al principio por "parecerse" demasiado a Crepúsculo y que luego tomó un derrotero totalmente diferente. O la saga Inmortales, de Alyson Noël que nos mezcla universos diferentes con la esencia que caracterizó a Crepúsculo y diversas obras nacidas gracias a ésta.
De una u otra manera, lo cierto es que Crepúsculo ha creado, sin querer, otras miles de historias que hoy en día gozan de su público y que a muchos habrán hecho soñar (o tener pesadillas, eso es cuestión de gustos). Es más, el poder de los parecidos razonables llegó tan lejos que muchas editoriales, animadas por las deliciosas ventas que estaba teniendo la saga vampírica, quisieron colgarse del hito usando el mismo estilo de portada. ¿Cuántas veces habremos estado cotilleando en nuestra librería favorita y nos habremos indignado al ver "ciertos aires crepusculeros" en las portadas de otros libros? Vamos, seguro que muchos los tenéis en mente y en la punta de la lengua. Yo destacaré la reedición de la obra de Anne Rice con esas portadas de fondo negro y parafernalias (lacitos, alitas, botoncitos...) rematadas en un rojo sangre, lascivo y salvaje y, también, la portada de Drácula, de Bran Stoker. Aunque siempre me dolerá la decisión de la editorial británica de editar "Los lobos de Mercy Falls" sobreponiendo el rojo sangre vampírico a los tiernos y fríos motivos del invierno (estación característica de la saga).
Pero no creáis que esto es sólo cosa de vampiros. Los parecidos razonables de la literatura juvenil no tienen límites y van mucho más allá de nuestra imaginación. Desde los más clásicos, como Alicia en el país de las maravillas, del célebre Carroll (el cual tuvo su fotocopia aún ya en esa época, llamada "From Nowhere to the North Pole", del autor Tom Hood) hasta Los Juegos del Hambre. Lo que leéis: no es una idea original el hecho de meter a jóvenes en un lugar y dejar que se maten hasta quedar uno. Suzanne Collins no lo dice, pero podría haberse dejado influir por otras obras antecesoras a su exitosa distopía tales como "Battle Royale", de Koushun Takami o "La larga marcha", de Stephen King. Ambos libros cuentan con sus adaptaciones cinematográficas y con muchos años tras la espalda y, para sorpresa de muchos, guardan más similares con Los Juegos del Hambre de lo que podríamos imaginarnos. Esto no es algo malo, no me malinterpretéis. Si alguien me pidiera que analizara las referencias de LJDH, señalaría a los autores mentados y, además, al videojuego Final Fantasy VII, que ya ha servido anteriormente a muchos autores para crear un mundo totalmente nuevo. En esta caso en especial, lo citaría porque Midgar, el primer escenario donde conoceremos a Cloud y a sus compañeros, es un mundo distópico dividido en distritos en el que, los más cercanos al núcleo son ricos y los más separados, mucho más pobres y marginales. Algo que podría recordar a Panem, ciertamente.
Saltando de las llamas a los laberintos, una de mis sagas favoritas ("El corredor del Laberinto") bebe los vientos de un clásico llamado "El señor de las moscas". Creo que es algo loable de parte de los autores contemporáneos, hacer este tipo de tributos a las grandes obras que, tal vez, pasaron desapercibidas en su tiempo y que hoy se recuerdan como esos grandes clásicos que hay que leer. James Dashner hace lo suyo en su propia saga, y también rescata el "Nadsat", un idioma inventado por Anthony Burgess para "La naranja mecánica" y lo transforma en su propio argot clariano. C.S. Lewis también ha contribuido a la fantasía literaria mundial y, obras como "100 Puertas", de N.D. Wilson, "La historia interminable", de Michael Ende o "El guardián de las palabras", de Todd Strasser puede que hayan existido gracias a sus armarios y viajes por mundos mágicos; sólo hay que introducirse en sus primeras páginas y tanto las criaturas como los personajes nos recordarán a los ya conocidos en "Las crónicas de Narnia".
Y para ir terminando, podemos reseñar otros "parecidos razonables" (esta vez, sin mucho éxito) que tuvo que sufrir Harry Potter: a diferencia de las obras ya mencionadas, el fenómeno Harry Potter no se ha vuelto a repetir jamás. Pero han habido intentos. Uno de ellos fue hace poco, desde Francia y con amor, las autoras de Oksa Pollock contaron con una, francamente, pésima campaña que trataba de igualar su obra juvenil con la del joven mago de J.K.Rowling. Fracasó estrepitosamente, o al menos eso dicen las críticas. Por otro lado, Percy Jackson y su saga mitológica también pareció tratar de colgarse de un hilo muy fino y, aunque cuenta con sus seguidores, los críticos que la pusieron por encima de Harry Potter tuvieron que lavarse la boca con jabón. Otros ejemplo menos conocidos es "Los magos", de Lev Grossman que vivió hace unos años una campaña publicitaria ejemplar en España pero que, luego de un tiempo, dejó de escucharse y... ¿sinceramente, lo habéis leído? Está más que comprobado que Harry Potter, sólo hay uno.
A pesar de las miles de copias que pueda crear un gran éxito literario, dentro de cada copia aparecerán pinceladas originales de cosecha propia del autor. Son casos y casos y no podemos analizarlos todos con profundidad, pero lo cierto es que "inspirarse razonadamente" en alguien no es tan malo. Si no fuera así, tal vez no conoceríamos lo que hoy se consideran grandes obras de la literatura que, a su vez, podrían haber nacido a costa de otros clásicos más antiguos que hoy en día se encuentran perdidos en el profundo agujero del tiempo. Lo cierto es que, sea como sea, cada libro es único y su esencia, por mucho que quiera copiarse, siempre permanecerá intocable en la mente de cada lector.