Paredes con vocación artística: Callejeando por Barcelona

Por La Viajera Incansable @viajoincansable

Esto va de arte, amigos, del arte que ha salido de los museos y decora nuestras vidas con mensajes, formas, mosaicos y composiciones de todo tipo en muros al aire libre o en espacios públicos diversos.

Intervención en las escaleras del metro

Lo que sigue es un recorrido absolutamente subjetivo por algunas de las obras que más me han impresionado mientras callejeaba por la ciudad condal. No me refiero forzosamente a grafitis, que me encantan, sino también a composiciones de artistas más convencionales que han dejado su huella en la ciudad mediante encargos, por qué no. Me apetecía compartirlo con vosotros naturalmente, sin mucho orden ni concierto, a medida que me iban viniendo a la cabeza. Este es el resultado.

Unos ojos que todo lo ven 

Paseando por el Gòtic encontraréis, en el 49 de la via Laietana, una fachada de lo más perturbadora. Y es que está cubierta de ojos, como si nos quisiera advertir que no se pierde detalle de lo que nosotros, atolondrados transeúntes, hacemos por sus dominios.

Fachada principal del Hotel Ohla, en la via Laietana

Se trata de la obra «Mur d’ulls» (muro de ojos), que el artista barcelonés Frederic Amat i Noguera instaló en estas paredes en 2011. Amat, uno de los creadores más destacados del panorama artístico catalán contemporáneo, aboga por una concepción abierta de la pintura que le lleva a integrar en su trabajo múltiples lenguajes, entre ellos las intervenciones en espacios arquitectónicos.

A la vez que expone los singulares ojos, el Ohla Hotel, de cinco estrellas, mantiene su fachada neoclásica tardía de los años 20 que alojó los primeros grandes almacenes de la ciudad (llamados Casa Vilardell) en una primera etapa y, con posterioridad, se convirtió en sede de la Dirección General de Seguridad.

En su momento, Amat defendió que Barcelona debía ser osada en sus creaciones y explicó que la idea del millar de ojos de porcelana que coronan otras tantas agujas surgió por pura intuición, pensando que tendría que hacer «acupuntura» sobre una fachada recuperada.

Fachada posterior del hotel, en el peatonal carrer Comtal

A lo largo de los años, me he ido dando cuenta de que aquello que en un momento constituye un hecho aislado acaba desplegando sus tentáculos hasta formar un entramado de relaciones para acabar relacionándolo todo y otorgándole sentido. ¿No os ha pasado que leéis un libro que os sorprende y al poco tiempo encontráis una referencia, una foto, otro libro, una imagen que os lleva a completar lo que habíais aprendido sobre el autor, un lugar que se narra, un personaje o lo que sea? A mí me sucede continuamente y es algo que me fascina; de hecho, lo espero y me zambullo en ese pequeño torbellino que me suele conducir a convertirme en entusiasta de aquel autor, artista, obra, lugar, objeto o lo que tenga entre manos.

Amat fue uno de estos casos. Para mí, la fachada de los ojos fue una foto bonita, una sorpresa, algo diferente que adornaba las calles de Barcelona, no sabía más. Poco podía imaginarme que ya en ese momento conocía otra obra del mismo artista. La veía dos veces por semana cuando venía a la capital desde Cambrils para asistir a un curso de narrativa en el Ateneu Barcelonès, en el número 6 del carrer de la Canuda, una de las calles laterales del principio de las Ramblas, muy cerca de la plaça de Catalunya. De hecho, incluso había tomado fotos de ese mural azul poblado de figuras humanas, todas diferentes, que adornaba la entrada de la fabulosa biblioteca (de ella hablaré pronto). Es más, el Ateneu utilizaba la imagen del mural en sus puntos de libro, así que incluso tenía un pedacito de la obra en mi bolso, señalando el punto en que había dejado momentáneamente mi lectura.

♦ La «Porta dels lectors» (puerta de los lectores), de 2007, invita a entrar en la lectura, cada uno a su manera, desde nuestra propia visión de las cosas y de la vida, con nuestras diferencias y las cosas que nos unen. Porque hay tantas lecturas de un libro como personas que lo leen.

Puerta de entrada a la biblioteca del Ateneu Barcelonès

La cosa no acaba aquí. Resulta que, como incondicional del teatro, fui un día al Lliure del barri de Gràcia (en el carrer Montseny, 47), recuerdo que con maleta y todo porque volvía de un viaje con el tiempo tan justo que ni pude dejar el equipaje, y me encontré con unas paredes alucinantes que exudaban gotas rojas. De nuevo, saqué la cámara y tomé fotos, pasé las manos sobre esas figuras que sobresalían de los muros mientras subía las escaleras, acariciándolas, encantada de la vida.

Esas gotas que tanto me gustaron han resultado ser otra obra de Frederic Amat: su mural «Pluja de sang» (lluvia de sangre, 2010). La escalera sirve de espacio de transición entre la vida real y la vida en escena. Amat dijo en la inauguración que la «’Pluja de sang’ nos recuerda que subir es acceder a otro espacio, el de los sueños, de la representación, la celebración, la revelación».

El mural de las gotas de sangre recorre la escalera de entrada a la sala

♦ El «Mural de les olles» (mural de las ollas, 2000 – 2001) también llegó a mí a través del teatro. Nada menos que 1500 ollas mordidas, manipuladas, destrozadas y enganchadas sobre un fondo color burdeos emergen de la fachada posterior del recinto teatral Mercat de les Flors, en plena Ciutat del Teatre, en el barri de Poble-sec (distrito de Sants-Montjuïc).

Un conjunto de 30 metros de longitud y 17 de altura que el artista realizó artesanalmente de manera que mientras las piezas estaban sometidas a altas temperaturas en el horno, cuando son fácilmente maleables, Amat intervenía para deformarlas.

Todas las ollas juntas dibujan un curioso y violento tapiz que cautiva

Por si fuera poco, Frederic Amat ha sido sin pretenderlo el artífice del logo de la manifestación de Barcelona contra los atentados terroristas del pasado mes de agosto. La ele de Barcelona convertida en crespón en medio de las letras rojas como la sangre surgió de forma espontánea el día del atentado yihadista que acabó con la vida de 15 personas. El diseñador catalán lo esbozó y difundió a un grupo de amigos por WhatsApp; al poco tiempo y a través de destinatarios que no conocía comenzó a llegarle devuelta la imagen que había creado. La ciudad tenía emblema.

El diseño que Amat envió a sus conocidos (fuente: twitter de Frederic Amat) El ayuntamiento le pidió permiso para usar su diseño y he aquí el resultado (fuente: cadena Ser)

Volviendo al Mercat de les Flors, debo decir que este esconde otro tipo de paredes con vocación artística que no por su localización son menos relevantes.

Las antaño blancas baldosas de los baños del Mercat de les Flors han pasado por chapa y pintura, y ahora lucen orgullosas diseños originales de los mismos ilustradores que confeccionaron los trípticos y folletos de la programación teatral de la pasada temporada. Ricardo Cavolo, Pol Montserrat, Carmen Segovia y Carla Fuentes fueron los encargados de cambiar radicalmente el aspecto de los lavabos principales situados en la planta baja, mientras que los del personal y de la sala Pina Bausch estuvieron a cargo de Cobalt y Animal, de los estudios de animación que realizaron los anuncios de la temporada teatral.

Usar los baños del Mercat de les Flors ya no es viajar a los 80

♦ Y ya para terminar con el arte mural de los teatros barceloneses, no puedo evitar hablar sobre el homenaje que el Biblioteca de Catalunya (carrer de l’Hospital número 56, en pleno barri del Raval) hace a una de mis pinturas favoritas de todos los tiempos, obra del romántico alemán Caspar David Friedrich: «El caminante sobre el mar de niebla».

Friedrich, autor atormentado prototipo del romántico sin remedio, nos deleitó con algunos de los paisajes más desgarradores de la historia de la pintura. Nadie como él ha sabido canalizar la inquietud humana a través de la naturaleza que observamos, inmensa e infinita, desplegarse en toda su grandeza ante nuestros ojos. El hombre, de espaldas, es insignificante frente a un entorno vasto y cargado de simbolismo. ¿No es precioso? El original, por cierto, se encuentra en el Kunsthalle de Hamburgo.

Los paisajes de Friedrich son la proyección de la espiritualidad humana; el autor se vale de la naturaleza para expresar su metafísica

♦ En una pared desnuda de un solar del barri de les Corts, en la confluencia de las calles Numància y d’Anglesola, frente a L’illa Diagonal, un doble grafiti de calidad impresionante rinde homenaje a los escritores Mercè Rodoreda y Salvador Espriu. La obra, que fue un encargo del distrito de les Corts a los artistas Nados e Inocuo (reconocidas figuras del arte efímero), fue presentada en abril de 2013 para celebrar la Diada de Sant Jordi. Se realizó con espray y pintura plástica siguiendo un diseño que combina el realismo de las fisonomías de los dos escritores con detalles de estética más contemporánea.

Mercè Rodoreda i Gurguí (1908-1983): Una de las escritoras catalanas más influyentes, tal como lo atestiguan las referencias de otros autores a su obra y la repercusión internacional, con traducciones a treinta lenguas distintas. Recibió, entre otros galardones, el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes de 1980

Salvador Espriu i Castelló (1913-1985): Poeta, dramaturgo y novelista catalán considerado uno de los renovadores, junto con Josep Pla y Josep Maria de Sagarra, de la prosa catalana de fórmulas novecentistas

Volviendo a Ciutat Vella y al Gòtic, el encantador carrer de Petritxol retrata la vida social de la vía, da consejos de civismo y recuerda a su vecindario más ilustre a través de decenas de placas.

El carrer de Petritxol con la vista de la basílica de Santa Maria del Pi al fondo La misma imagen, pero en mosaico En 130 metros de largo y 3 de ancho, la calle atestigua a través de sus mosaicos las costumbres de su época

En los mosaicos de la primera calle convertida en peatonal de Barcelona (desde 1959) queda claramente reflejada la activa vida social de la calle en cuanto a fiestas, bodas y bautizos gracias a la cantidad de granjas-chocolaterías de las que a día de hoy todavía podemos disfrutar (La Pallaresa, en el número 11 y Dulcinea, en el 2). Asimismo diversas placas conmemoran el nacimiento, muerte o simplemente la presencia de personajes famosos, entre ellos Montserrat Caballé, que tuvo su estudio de ensayos en el número 11, o Leandro Fernández de Moratín, que vivió en algún lugar de esta calle.

Iban a comer nata, ensaimada y chocolate  La sala Parés (en el número 5) es una galería de arte que abrió sus puertas en 1840 y en la que expusieron artistas tan reconocidos como Pablo Picasso, Santiago Rusiñol, Ramon Casas o Isidre Nonell. Y la gorra ya no está que llevaba el señor Parés (con rima en el original catalán) Grafiti de la obra de Ramon Casas “Ramon Casas y Pere Romeu en tándem” que se encuentra en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, una pintura emblemática del Modernismo catalán Representación del argumento en forma de auca de la obra fundamental de Santiago Rusiñol L’auca del senyor Esteve. Se trata de una obra modernista en la que se ven reflejados todos los valores de la sociedad de la época; el eje temático es el enfrentamiento entre artista y sociedad, problemática con la que tuvo que lidiar el propio autor Por el balcón ves temblar la sombra de Àngel Guimerà (con rima en el original catalán). El poeta y dramaturgo (1847-1924) vivió en el número 4 y murió también allí

El mural «Les formigues», en el passeig del Born (entre el carrer Rec Comtal y de Flassaders, muy cerca de la basílica de Santa Maria del Mar), es una obra de José Manuel Pinillo basada en el caligrama homónimo de Joan Salvat-Papasseit, uno de los principales poetas de la literatura de vanguardia.

La obra original, que lleva el mismo nombre, se publicó en el libro L’irradiador del port i les gavines (1921) y utiliza el estilo conocido como haiku, una forma de poesía tradicional japonesa consistente en composiciones de tres versos cortos.

El poema camí de sol – per les rutes amigues – unes formigues (camino de sol – por las rutas amigas – unas hormigas) está ilustrado con una flor y una estrella de mar. De lejos, los versos recuerdan una hilera de hormigas.

Un haiku del poeta catalán Joan Salvat-Papasseit en una fachada del Born

♦ Los gatos inundan el edificio del restaurante Gats, del grupo de restauración En compañía de lobos, encabezado por el empresario y creativo Tomàs Torruella. En el carrer d’en Xuclà número 7.

♦ ¿Estás viendo a parejas besándose mientras se sacan selfis delante de una pared? Entonces seguro que te encuentras frente al fotomosaico mural del fotógrafo Joan Fontcuberta (plaça d’Isidre Nonell, a tiro de piedra de la catedral).

«El món neix en cada besada» (el mundo nace en cada beso) es fruto de la contribución voluntaria de miles de ciudadanos que aportaron imágenes personales bajo el lema «Momentos de libertad». La obra, inaugurada en 2014 con motivo de la conmemoración del tricentenario de los hechos de 1714 en Barcelona, pretende ser un muro de alegría y una propuesta optimista de futuro.

80 columnas de baldosas y 50 filas, que suman 30,4 metros cuadrados de fotografías proporcionadas por la ciudadanía y escogidas según su color y densidad El mural fue inaugurado en 2014

♦ No es este el único lugar que tiene los besos como protagonistas. Cerca del Parc de la Ciutadella, en el barri de la Ribera, un callejón sin salida medio escondido presenta siempre un sinfín de adornos e intervenciones artísticas de toda índole propiciadas sin lugar a dudas por su dulce y romántico nombre: carrer dels Petons (calle de los besos).

Entrada al carrer dels Petons La calle suele estar engalanada con distintas manifestaciones artísticas; vale la pena ir pasándose para ver las “nuevas colecciones” en exhibición Esta obra que el francés Charles Leval (conocido como Levalet) llevó a cabo en 2015 fue incomprensiblemente retirada por el ayuntamiento al día siguiente de su realización Uno de los mensajes “enlatados” que pueblan las calles de Barcelona. Nada se sabía de su autor; sin embargo, recientemente un periodista ha podido saber que, en realidad, se trata de una pareja joven con dos niños pequeños que sobrevive con trabajillos y dedica el tiempo que le queda a su verdadera pasión, un proyecto artístico que puebla las calles con mensajes de amor escritos sobre cervezas consumidas: “Me lata el corazón”, “Love is in the air”, “Amor és la solució” o “Tú haces que la vida se me vuelva de colores”

El nombre de la calle, como casi siempre, no es al azar. Detrás de tanto amor hay una historia (dos, de hecho). Por un lado, según la versión del ayuntamiento, el origen estaría en la evolución del apellido de un vecino del callejón (allá por el siglo XVII) parece ser que muy apreciado por sus convecinos. Se llamaba Joan Pontons y de ahí, con el tiempo, el nombre desembocó en petons. 

La otra versión es muchísimo más jugosa: Se cuenta que, en la época en que no era un callejón sin salida daba al lugar donde antiguamente se ejecutaba a los presos que habían sido condenados a la horca. El carrer dels Petons hacía de «corredor de la muerte» y era allí el último lugar donde los reos se despedían de sus familias. No faltaban entonces en la callejuela las lágrimas, los abrazos… y los besos.

♦ Los muros del Macba (Museu d’Art Contemporani de Barcelona) alojan una reproducción del grafiti de Keith Haring «Todos juntos podemos parar el sida» que el artista norteamericano ejecutó en 1989 en la plaça de Salvador Seguí.

En 1992 el edificio se demolió afectado por el Plan especial de reforma interior del barrio del Raval y, en 2014, el consistorio decidió reproducirlo en esta nueva ubicación.

En el mural se ve una jeringuilla ahogada por una serpiente de grandes dimensiones que lleva un nombre debajo: SIDA; una pareja que forma unas tijeras secciona al animal y alguien le coloca un preservativo en la cola

Keith Haring hizo su primer gran mural público en 1982 en la Houston Street de Nueva York. Desde entonces y hasta su prematura muerte siete años más tarde, llevó a cabo murales en ciudades como Berlín, París, Pisa o Barcelona. Con un estilo figurativo en el que destacan los trazos anchos y negros para remarcar las figuras, sus murales concentran los iconos habituales del artista: los niños, la vida, el sexo, la muerte y, en los últimos años, la lucha contra el sida.

El mural de Barcelona nació de forma casi fortuita. El 22 de febrero de 1989, al volver de Madrid, Haring coincidió con su amiga Montse Guillén, propietaria del restaurante El Internacional de Nueva York. Cuando esta le sugirió la posibilidad de realizar alguna intervención en Barcelona, Haring aceptó a condición de poder escoger el sitio. Las gestiones para conseguir los permisos por parte del ayuntamiento se hicieron con rapidez y el artista escogió una plaza del corazón del Raval, que entonces aun se conocía como Barrio chino y que estaba muy degradado. El americano optó por una de las paredes donde cada mañana se recogían más jeringuillas; decía que le recordaba a los barrios marginales de la Gran manzana, donde había empezado a pintar.

Pintado en un solo color, el del color de la sangre, Haring terminó el mural con una inscripción en castellano: Todos juntos podemos parar el sida.

A pesar de ser un artista muy cotizado, Haring pintó el mural del Raval desinteresadamente. Lo hizo en cinco horas (de las 12 a las 17 horas del 27 de febrero) en un contrafuerte adosado a la pared de un edificio en estado ruinoso que, encima, presentaba una inclinación complicada de superar. «He tardado cinco horas en pintarlo, como había previsto. La pared tenía una inclinación extraña que la hacía difícil de pintar; sin embargo, una de las cosas que más me gustan de este trabajo es la adaptabilidad (física) que requiere. He hallado una postura que me permitía pintar de una forma homogénea y equilibrada», declaró el artista.

♦ También el Macba exhibe un mural del escultor vasco Eduardo Chillida cuyo título es «Barcelona».

Contó el artista que la primera vez que visitó el Macba le sorprendió desagradablemente la pared medianera que separaba el blanco edificio de Richard Meier del resto del barrio. Según Chillida, era una zona que no estaba bien integrada en el conjunto y que impedía la correcta visión del museo. Le fue dando vueltas y, como ya le habían pedido los responsables de la institución barcelonesa que realizara una escultura para el exterior del museo, acabó diseñando un gran mural cerámico, el primero de su dilatada carrera artística, que se instaló en esta pared en 1998.

El mural mide 15,55 metros de largo por 5,9 metros de alto y fue un encargo de la Fundación Macba. Está constituido por un total de 416 placas de hormigón refractario cocido en horno, pintado después a mano con óxido de cobre y vuelto a cocer

♦ En la esquina Urgell con Floridablanca del Eixample se levanta la Casa Tarragó, más conocida como «la Carboneria», un edificio que destaca del resto por el monumental grafiti que decora su fachada principal.

El inmueble, que pasa por ser la casa más antigua del Eixample, al menos de las que quedan en pie, fue incluido en el Plan especial de protección del patrimonio artístico a finales de 2015 tras años de estar en el punto de mira de la piqueta.

Y es que su historia ha sido convulsa. Hasta mediados de los 50 del pasado siglo, en los bajos del edificio se alojaba una carbonería (que acabó dándole nombre). En 2005, sus propietarios vendieron el inmueble a un grupo inmobiliario que tenía el proyecto de demolerlo y construir un nuevo edificio de vecinos; sin embargo, la historia cambió en 2008, cuando la Carboneria se transformó en casa okupa desarrollando una intensa actividad como Centre Social Okupat La Carboneria. Fue en esos años cuando se llevó a cabo un primer grafiti en la fachada representando las raíces de un árbol gigantesco en blanco y negro. Posteriormente, fue sustituido por el actual del globo aerostático. La ocupación duró hasta febrero de 2014, cuando la Guàrdia Urbana realizó un desalojo entre manifestaciones de protesta, revueltas y detenciones.

Actual aspecto de la Carboneria El edificio y su grafiti están protegidos Primer grafiti de la casa (fuente: untelalsulls.blogspot.com)

♦ Siguiendo en el Eixample y por pura casualidad, me di de bruces con esta composición que utiliza la técnica del trencadís, un tipo de aplicación ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos unidos con argamasa, muy habitual y característico en la arquitectura modernista de Antoni Gaudí. Me encantó y, a día de hoy, sigue siendo uno de mis murales favoritos.

♦ En el barri del Carmel, resiguiendo el pronunciado desnivel del carrer Santuari, el gran muro que separa dos niveles de calles (Calderón de la Barca y Gran Vista) y que en los años setenta se convirtió en panel para los carteles y la publicidad de diversos partidos políticos de izquierdas fue el enclave escogido por el artista callejero italiano Blu, uno de los mejores del mundo, para desarrollar su obra.

El artista, que permanece en el anonimato, plasmó un enorme tiburón hecho de billetes que, con sus fauces vorazmente abiertas, se dispone a engullir las siglas del PCC. Es verdaderamente impresionante.

El tiburón de Blu es una obra icónica de la ciudad desde su creación en 2009 El grafiti representa una crítica flagrante del capitalismo

♦ Hace justamente dos años cerraba el cine Arenas del carrer de la Creu Coberta, en el barri de Sants, y con él desaparecía también la única sala de citas homosexuales de la ciudad. Incluyo este punto como recuerdo al histórico cine que, además de anarquista y abanderado de la lucha contra la discriminación gay, fue de barrio, pionero del destape y exhibicionista del porno.

La foto la tomé en 2015 y, por lo que he podido saber, fue demolido poco después junto con otras muchas fincas en pro de un plan urbanístico municipal, que busca prolongar el carrer Diputació hasta el de la Creu Coberta a fin de aligerar el tráfico en la plaça d’Espanya.

Murales al aire libre, paredes con composiciones de interior, artistas consagrados, autores que no tienen interés alguno en darse a conocer, obras con espíritu rebelde, apasionadas, reivindicativas, efímeras, protegidas, conservadas… todas ellas geniales.

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