Parejas complejas, 9

Publicado el 01 marzo 2014 por Angeles

Hay parejas muy complejas, como las formadas por embestir e investir, latente y patente, flagrante y fragante, etc.Y hay también parejas realmente complejas en las que las palabras son no solo muy parecidas en la forma y en el significado, sino que además se pueden usaren los mismos contextos. Recordemos como muestraelterrible ejemplo de alimenticio y alimentario.
Estos son los casos más peligrosos, las palabras más revoltosas del diccionario, que se deleitan en confundirnos y hacernos resbalar en el fino hielo de la paronimia.Recuerdo el lío que me armaron dos de estas la primera vez que me encontré con la guerra de secesiónamericana después de haber oído hablar de la guerra de sucesión de Enrique IV. Más tarde supe que este fenómeno se produce por esa característica singular que tienen algunas palabras, característica que aquí, siguiendo a los grandes lingüístas del mundo, solemos denominar mala idea.
 Recientemente utilicé en un texto la palabra pastoral, con el sentido de bucólico, de lo relativo a los pastores y al campo. Pero en seguida la duda, tan prudente ella, se presentó ante mí, alzando su mano al tiempo que decía: “¿Y no será pastoril?”, porque me acordé de la carta pastoral y el báculo pastoral, que no se usan en el contexto campestre sino en el religioso. Y la duda no era infundada, no, porque fíjense ustedes:
 pastoril: -propio o característico de los pastores.pastoral: -perteneciente o relativo al pastor (de ganado). Literatura, música pastoral -perteneciente o relativo al pastor (prelado) -perteneciente o relativo a la poesía en que se pinta la vida de los pastores -especie de drama bucólico, cuyos interlocutores son pastores y pastoras -composición pastoril, literaria o musical.
Según esto, pastoral es aplicable tanto en el contexto de los pastores del campo como en el contexto religioso, mientras que pastoril solo se utilizará en el contexto campestre. Es decir, lo pastoril es también pastoral, pero lo pastoral no siempre es pastoril. Creo.
Es verdad que el diccionario es muy útil y muy bonito, y que casi siempre nos saca del aprieto -o brete- semántico. Pero también hay que reconocer que a veces, después de leer las definiciones, sigue sin quedarnos muy clara la cosa, y como ejemplo baste citar el ominoso caso de expurgar y espulgar. Es lo que ocurre con la siguiente pareja, que incide otra vez en lo bucólico. Un día en una novela me encontré con la frase:   “Dos veces por semana había jiras campestres…”  A pesar de lo que pueda parecer, no me asusté al leer tal cosa. No, porque yo sabía que la palabra jira, con jota, es algo así como un picnic. Pero para conocer los significados precisos de este término y de su homófono fui al diccionario, donde encontré lo siguiente:  jira: -banquete o merienda, especialmente campestres, entre amigos, con regocijo y bulla. gira: -excursión o viaje de una o varias personas por distintos lugares, con vuelta al punto de partida. Por lo tanto, si yo voy a algún sitio con unos amigos a merendar, entonces diré que hemos hecho una jira. Pero si vamosa comer a un sitio y a merendar a otro,  ¿habremos hecho una gira?  Pero lo más grave de las parejas complejas –y lo más gracioso-, es cuando  el propio lenguaje sufre las consecuencias de las trampas que tienden las palabras. En una ocasión hice una búsqueda en Google sobre palabras homófonas, esperando encontrar ejemplos del tipo gira y jira, tubo y tuvo; poyo y pollo, etc. Pero encontré algo mucho más divertido, y sin tilde ni nada:

Al ver esa joya no pude evitar añadirla a mi colección. Era un caso espectacular de pareja compleja y premio gamba todo en uno, un rizar el rizo del alboroto semántico, el colmo del metalenguaje.
Quién sabe, quizá fue un lingüista traicionado por una pareja compleja el que inventó aquello de "En casa del herrero..."
 

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