Pariendo la vida en muerte

Por Iñaki Iñaki Alegria @InyakiAlegria

Mi hija Anastasia tiene 16 años. Está embarazada. Desconoce de cuánto. Tan solo sabe que hace meses que le va creciendo la barriga y estos últimos días ha empezado con contracciones en el bajo vientre cada vez más fuertes y más regulares, hasta hacerse casi insoportables en las últimas horas.

Vivimos en un pequeño poblado al 20 quilómetros de la ciudad y hospital más cercanos. El pequeño dispensario se encuentra en el poblado vecino, a 2 quilómetros de distancia.

No nos queda más opción. Iniciamos el camino. Sabemos que sin duda es lo mejor para su futuro hijo, y su única posibilidad de salvación si se complica el parto.

El sol es impecable. Ni una sola nube lo desafía.

Iniciamos el camino. Madre e hija embarazada incian la aventura. Inicio el camino junto a mi hija Anastasia.

Caminando bajo el sol abrasador, siente como se mojan sus piernas. No es sudor, es un torrente de agua entre sus piernas. Un líquido marronoso mancha el suelo. Acaba de romper aguas. Aguas meconiales, señal de que el niño está sufriendo, algo va mal allí dentro.

Llevamos apenas 1 quilómetro recorrido. El hospital se encontrará a unos 20 quilómetros. El dispensario a algo más de 1 quilómetro.

Se tumba Anastasia en el ardiente suelo de arena. Se mira.

Me tumbo junto a ella.

Lo que ahora sigue lo recuerdo bien.

Coloqué a mi hija en posición de dar a luz. Me disponía a traer al mundo a mi nieto. Ya asomaba entre mi hija… pero no era la cabeza lo que asomaba… Parecía más bien un pie…

Metí la mano dentro de mi hija y cogí a mi nieto. Lo cogí del pie. Quería girarlo dentro de mi hija, encontrar la cabeza. Pero en un movimiento de giro una bocanada de sangre me manchó la mano… No paraba de salir sangre de dentro de Anastasia. Mi nieto estaba envuelto ahora en un mar rojo…

Anastasia se quedó sin sangre… Su hijo, mi nieto, se ahogó antes de salir dentro de una madre ya sin vida.

Es la historia que nos cuenta su madre…