Uno de mis objetivos en nuestro viaje a París era visitar el Moulin Rouge. Siempre había deseado entrar y disfrutar de una cena con espectáculo de cabaret. Yo decía que pagaría lo que fuese, que si iba a París, no me iba a quedar con las ganas de eso. Total, sólo se vive una vez. +Valeriano Garcia Gonzalez estuvo buscando información al respecto, y cuando vimos los precios (cerca de 200€ por persona y obligación de etiqueta) nos lo pensamos mejor. Realmente, me alegré al ver las colas de gente de etiqueta esperando para entrar. Creo que en el fondo no merecía tanto la pena, con tantas cosas que ver en París.
Aún así, cuando por fin lo vi, al avanzar discretamente por la acera de enfrente, casi me da un ataque, me puse a pegar saltos y a gritar, y se me cayeron las lágrimas de la emoción. Por fin allí! Todo el mundo me había advertido de lo decepcionante que era: muy pequeño y acorralado entre otros edificios. Creo que se esmeraron tanto en ponerlo a parir que tal vez por este motivo me resultase tan precioso, tan cuco, y por supuesto, el molino es pequeño, pero es que el verdadero secreto se encuentra en su interior. Eso sí que es grande, al parecer. Nosotros entramos hasta donde se podía sin pagar, y vimos una exposición de frascos de perfume, joyas y calzado de la época. También había carteles.
Os dejo una fotografía de nuestro camino a la Torre Eiffel y otra de vuelta el mismo día, ya de noche, iluminado. Son las dos malísimas, lo siento.