Desgraciadamente para nosotros, el recibimiento que París nos hizo fue un chaparrón de los que hacen historia, y como todavía no habíamos podido acceder a nuestra habitación de hotel ya que llegamos antes de tiempo, no pudimos coger chubasqueros. Llegamos empapados, no me atreví a sacar la cámara y utilicé el iPhone con una funda resistente al agua que tengo. Claro que, mojada también, hizo algo de distorsión en esta foto que fue la única que pude salvar aquel primer día.
Además, al llegar allí, descubrimos que el acceso al interior era de pago, y de entrada no nos interesó mucho, aparte de que teníamos reservada hora para subir a la Torre Eiffel poco después y debíamos comer antes. Así que nos dijimos "otro día entramos", pero nunca llegamos a hacerlo porque lo cierto es que el arte religioso no nos hace mucha ilusión.
Sin embargo, puedo mostrar otras fotografías desde otros ángulos, y de otros días.
Nuestro último día, por la tarde, desde la calle paralela a la nuestra, justo a la salida del Museo del Chocolate.
Esta fotografía la tomamos desde Notre Dame, desde lo más alto, más arriba de las gárgolas.
Esta otra foto la tomamos la penúltima noche, desde otra de las calles paralelas a la de nuestro hotel.