Si muy reticentemente es aún contemplado lo que rodó durante los años del III Reich - un periodo siempre sospechoso, sea quien sea el autor, como si a priori no fuese posible encontrar nada sincero y alejado de consignas oficiales y no sea cursi o esté pasado de moda - menos fama aún tiene lo que hizo en la supuestamente árida década de los 50 en Alemania.Lo cierto es que "Romanze in moll", "Große Freiheit nr. 7" o "Unter den brücken", las que conozco de entre las filmadas durante la guerra y "Die letzte brücke", "Ludwig II: Glanz und ende eines Königs", "Des teufels general", "Himmel ohne sterne", "Die Zürcher verlobung" o "Monpti" ya de los 50, aún siendo pocas películas para arriesgar con generalizaciones, no permiten sin embargo poner en duda su muy flexible talento ni su filiación puramente romántica."Monpti", de 1957, sería el perfecto ejemplo de las injusticias en torno a Käutner y un buen enganche para que quien no conoce su cine, entre en contacto con él.La verdad es que sus coloristas imágenes, esta juvenil Romy Schneider a medio camino de la ya moderna Jean Seberg de "Bonjour tristesse" y cualquier Carole Lombard o Jennifer Jones de los 30 y 40 o la imaginativa y desenfadada (y triste: quiere ser y acaba siendo un melodrama) historia que cuenta, bien le podrían haber garantizado un lugar entre esos precedentes puramente europeos, que siempre parecen haber sido el ingrediente "serio" (Bresson, Melville, Cocteau, Bergman... apenas quedarían Becker y el pobre Vadim), de la nouvelle vague. Muy poco después imagino que su tratamiento de espacios y su cromatismo (Sisley, Utrillo, Seurat), su erotismo naive y ese carácter de obra como "suspendida" en el tiempo, hubiesen frustrado el intento de relacionar "Monpti" con Rozier, el primer Demy, el muy olvidado Pierre Kast etc., pero sí le deberían haber permitido disfrutar del aplauso de los que aprendieron a compatibilizar lo viejo con lo nuevo, en esos años decisivos en los que milagrosamente todo era una sola cosa.
Entender el cine en continuidad, sin creer que cada nueva época clausura los caminos abiertos en las anteriores, debería ayudar a recuperar films como "Monpti", que se atreve a parecerse a los grandes Borzage del mudo y no por ello resulta menos moderna (en realidad lo es mucho más) que otros films como "Irma la douce" o "An American in Paris", que se empeñaron antes y después de ella, sublimando la teatralidad, exagerando situaciones y simplificando personajes, en señalar la distancia de sus puntos de vista respecto a las historias que contaban, como si ya no fuese posible concebirlas sin un elemento de farsa o ensoñación, so pena de ser tomados por anticuados.
Esa coartada no está presente en "Monpti", que llega a su tercio final entre risas y malentendidos, para desembocar en un durísimo plano que materializa toda la carga subterránea de fatalidad que puede intuirse en su desarrollo, advertidos como estábamos desde el principio, de que sólo el azar y su más caprichosa encarnación, el amor, pueden cambiar el rumbo de la vida.