Parque Natural Alto Tajo

Por Qnatur

El Parque Natural del Alto Tajo es un paraíso de geo-diversidad de relevancia internacional. Protagonistas de roca que configuran un paisaje grandioso, con cañones, cuevas, pliegues, fallas y profundos barrancos que se empeñan en explicarnos una historia geológica dramática.

El río Tajo en Peralejo de las Truchas

Extensos pinares y sabinares albergan historias que podemos descubrir en los chozones sabineros, unas cabañas circulares de piedra con techumbre de sabina, levantadas en torno a las sabinas de mayor porte, las consideradas “madres” del sabinar y protectoras de pastores y madereros.

Entre medias bajan las aguas verde esmeralda del Tajo, testigo de intensas historias de hombres que bajaban madera desde sus bosques hasta Aranjuez, los gancheros, en cuya forma de vida podemos sumergirnos leyendo “El Río de la Vida” de José Luis Sampedro. Con descubriremos que los paisajes descritos son los que estamos viendo… un privilegio digno de disfrutar.

Lagunas, saladares, turberas, helechales y espectaculares surgencias de agua, como el nacimiento del Río Cuervo aportan, si cabe, mayor diversidad a nuestra experiencia.

En el cielo y al abrigo de tan agreste paisaje, son abundantes y diversas las poblaciones de aves rapaces. También es refugio de algunas de las mariposas más bellas de Europa, como la Apolo y la Isabelina, que tienen aquí uno de sus últimos oasis de vida.

Pueblos que han basado su desarrollo en la madera, la ganadería la minería y la agricultura, hoy abren sus puertas al turismo ofreciendo cama, mesa y un variado conjunto de actividades de aventura.

 Un poco de historia

Es un territorio que ha estado poblado desde la prehistoria, como lo atestiguan los grabados que dejó el hombre del Paleolítico hace 25.000 años en la Cueva de los Casares, en Riba de Saelices.

La abundancia de castros y necrópolis demuestra que fue un bastión importante para los celtíberos.  Un resto destacable es el castro de El Ceremeño en Herrería, muy cerca de Molina de Aragón.

Celtíberos, visigodos y musulmanes pasaron sin hacer mucho ruido, aunque estos últimos si crearon una red de fortalezas, como el formidable castillo de Molina de Aragón o el de Riba de Saelices.

Con Alfonso I el batallador, el territorio fue definitivamente conquistado y ocupado por los cristianos, organizándose en torno al señorío de Molina. En el siglo XIV la zona entra en un periodo de prosperidad, fundamentalmente basado en la ganadería gracias a contar con pastos frescos durante todo el verano. Ya en el siglo XX, la industrialización del país impulsa la emigración a las ciudades, con lo que este territorio ha quedado casi vacío de población.

La vida en el parque

En las parameras agricultura de secano, con cereales y girasol. En las vegas mimbre y huertas. En los bosques, trufas y setas, junto a resina, carbón y madera. Hasta los años 40 los gancheros llevaban los árboles hasta las fábricas de Aranjuez y Toledo por el Tajo y el Guadiela, pero la construcción de las presas de Entrepeñas y Buendía cortaron el río y el transporte por carretera se hizo más rentable.

La extracción del caolín todavía perdura, sobre todo en Poveda de la Sierra y Peñalén, y se utiliza fundamentalmente en la industria del azulejo de Castellón.

En todo este territorio abundaban las salinas, como las de Armalla o Saelices de la Sal, que ya eran explotadas por los celtiberos. Hasta hace poco esta sal era fundamental para la conservación de los alimentos y para fabricar pólvora.

Desde la declaración del Parque se ha desarrollado el turismo en la mayor parte de los pueblos.

La naturaleza

Es un territorio con un interés geológico excepcional. También es rico en minerales. Uno de los cuales es el Aragonito, un yeso que cristaliza de forma muy singular, típico de las colección de minerales. Debe su nombre precisamente a que fue identificado por primera vez en Molina de Aragón.

El paisaje geológico también es excepcional. Hay pliegues, fallas, fenómenos kársticos, surgencias, torreones, muelas, manantiales salinos, meandros abandonados, muelas, rocas volcánicas, simas y cuevas.

Con todo ello también son abundantes los fósiles, con graptolitos, trilobites e incluso en la Sierra de Aragoncillo hay árboles fosilizados de hace 280 millones de años.

En las parameras calizas del centro y noreste hay extensos sabinares albares (Juniperus thurifera) considerados como unos de los mejores de Europa. En las zonas más altas se extiende grandes masas de pino silvestre (Pinus sylvestris) y en la franja noroeste extensos bosques de pino resinero ó rodeno (Pinus pinaster). En su conjunto es una de las mayores masas arboladas del país.

A estos ambientes hay que sumar muchos otros, como lagunas, paredones calizos, saladares, suelos volcánicos lo que propicia la existencia de más de 1500 especies de flora, lo que constituye el 20% del total peninsular.

Por la gran cantidad de cortados las aves rapaces, son la fauna más visible. Aguila real, águila perdicera, halcón peregrino, alimoche, buitre leonado … también destaca la presencia de grandes mariposas como la Apolo (Parnasius apollo) y la Isabelina (Graellsia isabellae) y en los ríos, nutria, desmán de los pirineos, truchas y cangrejo autóctono. Los ciervos y corzos son muy abundantes y fáciles de ver.

En Qnatur ampliamos información en la Guía del Parque Natural Alto Tajo, mantenemos noticias sobre la zona y proponemos una cuidada selección de alojamientos, empresas de actividades y productos que hacen posible que el parque esté vivo.

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