Margaret Millar lo hace de forma ejemplar en el inicio de la novela UN EXTRAÑO EN MI TUMBA. Se trata de la historia de una mujer que a raíz de un mal sueño, empieza a sospechar que nada es lo que parece en su idílico hogar. La protagonista, Daisy, luchará por descubrir la verdad aún sabiendo que el sacrificio será muy alto. Observad la riqueza de elementos que aparecen en este primer párrafo: el terror llega en una mañana radiante, y las acacias y los pájaros, que en otros tiempos representaron la comodidad, son ahora percibidos de otra manera.
«Los tiempos de terror no comenzaron en mitad de la noche, cuando el silencio y la oscuridad hacen que el terror nos parezca una cosa natural, sino un asoleada y susurrante mañana de la primera semana de febrero. Las acacias, tan florecidas que parecían haber perdido las hojas, se sacudían la niebla nocturna de sus capullos con el mismo gesto que un perro peludo se sacude la lluvia, y los eucaliptos se balanceaban juguetones bajo el peso de centenares de pequeños pájaros grises, no más grandes que su muñeca, y cuyo nombre Daisy ignoraba.»
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