"El árbitro se dirigió a uno de los jugadores, advirtiéndole de que no siguiese protestando ya que era él quien tomaba las decisiones. Era un partido de fútbol correspondiente a la categoría infantil, es decir, los chavales contaban con trece y catorce años. Mientras, desde la banda, un padre, con el respaldo de un grupo, ponía al colegiado a caer de un burro. Le decía todas esas cosas que en un campo de la Liga de Fútbol Profesional son sancionadas con un montón de dinero y no sé cuantos meses sin pisar un estadio. Los niños -se supone que también el hijo de este señor- captaban el mensaje que le llegaba desde la banda, curiosamente contraria a donde el entrenador trata de poner orden. ¿Con qué mensaje se quedará el niño? ¿Asumirá la autoridad del árbitro o imitará a su padre?Podría decir el campo y señalar el equipo protagonista de la escena, pero lo realmente preocupante es que no se trata de una anécdota singular sino una actitud más generalizada. Alguien dijo que lo peor de estas competiciones de fútbol base son los padres. Y puede que tenga razón.En el mismo partido que ocurría la escena anterior también se producía otra película espectacular. En este caso, el padre en cuestión tenía vocación de entrenador. No dejaba de dar órdenes tácticas a los chavales, que acabaron con dolor de cuello debido a que no sabían a quién atender, si al señor que estaba en el banquillo vestido con el chándal, o si al Ancelotti amateur, investido con la autoridad paterna.Quieren cambiar las costumbres a base de multas y sanciones en la liga profesional, cuando el problema comienza abajo, donde los niños deberían educarse en los valores del deporte. La federación debería empezar a prohibir la entrada de algunos padres en los campos. Los niños disfrutarían más y aprenderían mejor a ser buenos deportistas y personas.Lo peor de los partidos de niños es la actitud de algunos padres
jorge.lamas@lavoz.esFutbol Base y mas