Tal vez sean sólo un síntoma pasajero del descontento de la sociedad alemana con su clase política tradicional, pero lo cierto es que cuando dentro de un mes se inicie el nuevo período parlamentario, 15 "piratas" se sentarán en bancas de representantes en la legislatura regional. La performance de este "partido", que alcanzó el 9% de los votos, fue la gran novedad de las elecciones del domingo 18 en la ciudad Estado que es capital de Alemania. Casi uno de cada 10 votantes berlineses confió en ellos. En algunos barrios, lograron superar en votos al partido de gobierno de Angela Merkel, la CDU, y a su aliado liberal, el FDP.
Su origen es Suecia, país donde se creó en 2006 el primero de estos partidos. Su bandera era el uso libre de Internet y del software. De allí su nombre: reivindican las copias ilegales de los productos que circulan por la red, desde los programas informáticos hasta la música y los films. El partido se replicó luego en otros países de Europa y América Latina.
Mayormente formado por nativos digitales, estos piratas generan resquemores en las fuerzas políticas tradicionales, que los ven como descarrilados necesitados de orientación. O bien simplemente como la expresión de un voto generado por el "malestar social". Pero lo que en un comienzo generaba sonrisas irónicas ahora preocupa. La amenaza de "abordaje" se ha vuelto real en Alemania, primer país donde obtienen resultados electorales dignos de atención. Se cree que sus filas se han nutrido principalmente de militantes ecologistas y de izquierda decepcionados. Y, entre los votantes nuevos, un 15% se inclinó por ellos.
Las propuestas de los piratas berlineses son de lo más utópicas: gratuidad del transporte público, ingreso básico incondicional para todos, transparencia de la política y democracia directa. Para el ejercicio de ésta úlitma, confían en el poder de Internet.
Su líder, Andreas Baum, admite al menos la escasa sustancia y la vaguedad de su ideario. "No sabemos qué vamos a hacer en esta legislatura, tendremos que pensarlo. No tenemos experiencia política, pero aprendemos rápido", dijo al diario español El Mundo. Una declaración que casi da la razón a quienes lo califican como un "partido sin sentido".
Curiosamente, pese a ser un partido nuevo integrado esencialmente por jóvenes, entre los 15 piratas electos hay una sola mujer: detalle políticamente incorrecto que no pasó inadvertido para la prensa y los otros partidos.
Frente a las críticas, Susanne Graf, de 19 años, única mujer pirata electa al parlamento de Berlín, declaró a Der Spiegel: "Se le da mucho énfasis a eso. Lo importante es que tenemos al 100% de nuestras mujeres en la Cámara". Y Baum fue más allá en la ironía: "Ese problema de la falta de chicas no es sólo del partido, sino de mi vida en general. Hago todo lo posible para solucionarlo".
El Süddeutsche Zeitung los describe como hijos de Marx y Microsoft en alusión al cruce entre ideas de izquierda y una nueva conciencia digital, si es que ésta existe.
El texto fundante de la agrupación es la Declaración de Independencia del Ciberespacio, publicada en 1996 por John Perry Barlow. Básicamente es una declaración de guerra contra los intentos de los Estados de regular el uso de Internet. Para ello, el autor apela a la autoridad de líderes y pensadores como Thomas Jefferson, John Stuart Mill, Alexis de Tocqueville y Louis Brandeis.
"Estas medidas crecientemente hostiles y coloniales -dice el manifiesto, en referencia al control en la red- nos colocan en la misma posición que la de los amantes de la libertad y la autodeterminación que nos precedieron y que rechazaron la autoridad de poderes ignorantes y distantes".
La red, que para las autoridades es una fuente potencial de peligros y debe por lo tanto ser controlada, es para estos nativos digitales -fans de WikiLeaks- un modo de vida. Y una herramienta para atravesar el secreto oficial.
Los piratas obtuvieron también dos plazas en la asamblea regional de Hannover. Aún así, según muchos analistas, se trata de un fenómeno circunscripto a Berlín que no se trasladará en la misma dimensión a otras regiones de Alemania. Más allá de la Capital, su desempeño va de un irrelevante 2% en algunas ciudades a un más serio 6% en otras.
De hecho, la fugacidad suele ser el destino de muchos partidos nacidos como expresión del descontento en coyunturas de crisis. Es decir, corrientes que son consecuencia o reacción frente una situación determinada antes que una causa o un motor que pueda modificar realmente el estado de cosas. Este carácter reactivo, y la ambigüedad programática, los emparienta con los indignados españoles