Pasadas de frenada

Por Jmbigas @jmbigas

Vivimos unos tiempos oscuros. Una terrible crisis económica (a la que muchos, no faltos de razón, llaman mejor estafa o timo) nos tiene en vilo desde hace ya cuatro o cinco años, y todavía no se ve la luz por ninguna parte.

Ejemplo de una pasada de frenada (esta del Área
de Juventud de Izquierda Unida - Abril 2012)
(Fuente: outono)

Vivimos un tiempo absurdo, en que más de uno se alegra de ser ya mayor para no tener que enfrentarse de nuevas con un entorno laboral que nunca, de nuestro recuerdo, había sido tan hostil como lo es ahora. La mitad de nuestros jóvenes están desempleados (muchos de ellos más y mejor formados que ninguna generación anterior). Se ven obligados a aprender alemán (¡o chino!), para intentar labrarse algún futuro lejos de su país, que es incapaz de brindárselo. Asistimos atónitos al desmontaje sistemático de algo que creíamos eterno, el llamado Estado del Bienestar. Las arcas públicas se manifiestan incapaces de sufragar su coste, y cada Viernes de Dolores esperamos con temor los nuevos destrozos de la segadora del Gobierno (ya han abandonado el bisturí, por demasiado lento). El déficit público y la Deuda son galopantes y cada vez se recaudan menos impuestos (aunque suban los tipos) porque la Economía está absolutamente atrancada. Y lo que se mueve, tiende a sumergirse. En este contexto abrupto, el ciudadano sufridor tiene más que la sensación de que siguen existiendo gastos suntuarios que deberían cortarse de raíz, o privilegios de los políticos que son incompatibles con la situación general. No tardan en lanzarse invectivas (cuando no insultos y descalificaciones) contra los políticos (contra todos los políticos) a los que se acusa de mantener sus prebendas cuando el resto de ciudadanos estamos sufriendo tanto. Las facilidades de transmisión de mensajes que aportan las nuevas tecnologías (especialmente, las llamadas Redes Sociales) favorecen la creación y difusión de informaciones falsas (o, por lo menos, muy discutibles) que rápidamente se toman como verdades absolutas y se siguen difundiendo en modo viral. Así, por ejemplo, el absurdo de los 3.500 millones de euros que nos podríamos ahorrar haciendo desaparecer el Senado. En los Presupuestos Generales del Estado del año 2010, el total de gastos para la Sección 02 - Cortes Generales fue de 231 M€. Y aquí se incluyen el Congreso de los Diputados, el Senado, la Junta Electoral Central y el Defensor del Pueblo. Hemos visto también circular ese panfleto irritado e indignado con los (presuntos) 450.000 políticos que hay en España, se dice que tres veces más que en Alemania. Esa cifra es ciencia-ficción, inalcanzable incluso si sumamos hasta el último concejal del último pueblo del país (muchos de los cuales, por cierto, que no tienen ninguna retribución económica). Con este tipo de bulos, falacias o medias verdades (si acaso) crece la sensación de indignación del conjunto de los ciudadanos, que ya arremeten sin control contra la clase política en su conjunto. Como ese eslógan que se ha hecho ya famoso en las últimas manifestaciones, de que el próximo recorte lo haremos con la guillotina. Todas estas actitudes son claramente pasadas de frenada. En la espiral de indignación, ya no se repara en crear (inventar o exagerar) los argumentos que luego se utilizan para justificar (y extender) la indignación. Está claro que los políticos son culpables de muchas cosas y que su actitud no es la mejor para acompañar a la ciudadanía en general a salir de este hoyo económico gigantesco. Obliguémosles a hacer mejor su trabajo, pero si les acusamos hasta del asesinato de Prim, ese será un reclamo para los salvapatrias (que haberlos, siempre los hay), de los que el cielo nos libre, que es una especie que ya conocemos bien en España. En ciertos foros de los llamados progresistas, o en el seno de los movimientos de indignados, se ha perdido toda mesura. Hoy, el que tenga todavía la suerte de cobrar un sueldo decente por un trabajo esclavizante que seguro que le ocupa muchas horas de todos los días y en el que muy probablemente se deja la piel, se acaba sintiendo hasta culpable y temeroso. Procura reducir sus gastos porque nunca se sabe lo que puede venir, y así jamás conseguiremos remontar la recaudación de las arcas públicas. Da la sensación de que hemos llegado a una situación en que toda manifestación de riqueza, o incluso de un cierto desahogo económico, es digna de toda sospecha. Leía recientemente que ya se han creado ámbitos de mayor privacidad para que los que todavía pueden permitirse ciertos gastos no se sientan culpables. En concreto, salas privadas (lejos de la atención pública) para probarse ropas de calidad, y precio elevado. La riqueza clandestina. La indignación, tan a menudo sorda y ciega, pero implacable siempre por su pátina de justicia social, da la sensación de que tenga por objetivo que todos seamos pobres. Y ese, desde luego, no puede ser el objetivo de este país ni el de sus ciudadanos. Hay que combatir las desigualdades extremas (y crecientes), es cierto. La mejor ilustración son los propios Estados Unidos, donde actualmente las 400 mayores fortunas del país disponen de mayor renta que los 150 millones de ciudadanos menos favorecidos, y el candidato republicano a la Presidencia presume de que, con sus ingresos millonarios, ha pagado el 13% de impuestos, de media. Pero si seguimos instalados en las pasadas de frenada permanentes, acabaremos saliéndonos de la pista, y arrastrándonos por el suelo hasta chocar con la barrera de protección. Para ilustrar este fenómeno, valgan dos ejemplos de las últimas semanas. Dos personajes prestigiosos del entorno progresista han cometido sendas pasadas de frenada en twitter.

Alfredo Pérez Rubalcaba, actual líder del PSOE
(Fuente: elmundo)

Alfredo Pérez Rubalcaba, líder actual del PSOE (o alguien de su equipo, claro, pero en su cuenta personal de twitter) publicó que habría que eliminar la exención fiscal del primer año para los Premios de Lotería. Es cierto que los décimos de Lotería, por ejemplo, que son documentos al portador, son objeto de deseo para algunos que tienen necesidad de blanquear dinero. Es cierto que algunos insignes personajes de la derecha rancia (como el ínclito Carlos Fabra) han manifestado durante varios años que les ha tocado el Gordo de Navidad. Muy probablemente hayan comprado décimos premiados, exportando a otros el problema del dinero negro. Pero la Lotería ya paga sus impuestos antes de destinar una parte (en torno a la mitad) de la recaudación a premios. No es ni siquiera planteable la doble imposición, porque eso sería hacer pagar a justos por pecadores, aparte de que el impacto recaudatorio sería muy limitado. Yo contesté a ese tweet, pero, por supuesto, no he recibido respuesta ni rectificación alguna.

Rosa María Artal, periodista y bloguera, muy
activa en las redes sociales.
(Fuente: minutodigital)

Rosa María Artal, periodista y bloguera, muy activa en las redes sociales, publicó un tweet más o menos en estos términos: Si queréis ver cómo gastan los ricos, id al Club del Gourmet del Corte Inglés en Nuevos Ministerios. En el Corte Inglés de la Castellana hace un tiempo remodelaron el Club del Gourmet existente (una tienda cara de productos alimenticios de lujo y/o capricho), y lo convirtieron en lo que hoy se conoce como Gourmet Experience. La diferencia es que es mucho más extensa, incluye secciones separadas para diversos productos altos de gama (quesos, ahumados, charcutería, bodega,...) y también diversas zonas de degustación y consumo (bares o restaurantes temáticos). Una iniciativa parecida a los Food Hall o Food Court de las grandes tiendas británicas. Es cierto que ahí están a la venta vinos de precios elevados, de la gama alta. Es cierto que se puede comprar una confitura inglesa por 6 Euros, que está a la venta en Carrefour por poco más de dos. Es cierto que el público (muy numeroso habitualmente) que hay por ahí tiende a ser de las clases más acomodadas. Pero también es cierto que hay mucha gente normal (de la clase media, vamos) que algún día decide darse algún capricho, o que algún día cambia el Menú del Día del bar de la esquina por una hamburguesa de buey hecha a la parrilla. Twitter es una herramienta que puede resultar muy peligrosa, si no se toman algunas precauciones. Con su limitación a 140 caracteres por mensaje, impide ningún tipo de matizaciones, y lanza ideas que son puramente soflamas, al estilo de la Muerte al Rey, de la Revolución Francesa. En otras palabras, facilita la manipulación a base de erosionar los matices y unificar los colores. Conviene que todos tengamos mucho cuidado con estas pasadas de frenada. Porque en la primera vuelta quizá consigamos trazar (malamente) la curva de alguna forma, pero en la siguiente podemos pegarnos la gran costalada. Frenar a tiempo evitará que nos estrellemos. No todo vale. JMBA