Pasajeros a Indias, 1503 - 1790 (II)

Publicado el 19 enero 2015 por Monpalentina @FFroi
  • El Archivo General de Indias posee la más ingente información de todo lo concerniente a la conquista, colonización y administración del Imperio español ultramarino y al intercambio de personas y mercancías entre España y el Nuevo Mundo. Y a través de éste con los territorios asiáticos, principalmente Filipinas.


Ver capítulo I
Notas previas. Advertencias preliminares
José María González-Cotera Guerra Marzo, 2005
Introducción
Aunque el viaje hacia el Pacífico se realizaba cruzando Nueva España, por la ruta terrestre de Veracruz a Acapulco, de donde zarpaba el Galeón de Manila, quedaba anotado siempre el destino final. Asombra leer la naturalidad con que se daba cuenta de viajes que aún hoy produce vértigo proyectarlos. Pues en esa aventura andaban ya en 1535 hombres nacidos en Liébana. El descubrimiento de un nuevo mundo en el tránsito del siglo XV al XVI tuvo una gran repercusión en las gentes de toda Europa, pero de forma preferente, como no podía ser de otra manera, de España. 
Terminada la conquista de Granada, se abría una nueva oportunidad a los que tenían por o oficio las armas. El descubrimiento constituyó una llamada a la aventura, una oportunidad que atrajo numerosos voluntarios a la conquista de nuevos territorios. En un principio, eran grandes los temores a una ruta marítima que se apartaba de las habituales. Subsistían todavía las creencias en una Tierra plana y en los abismos que bordeaban los océanos. Pronto las noticias llegadas del otro lado despejaron algunas dudas, rebajaron los temores y encandilaron las mentes, otrora temerosas de lo desconocido. Se abría un destino inédito para los atrevidos, para los audaces. No era ajeno a este impulso el pensamiento renacentista, superador de los terrores medievales. Pero el factor determinante fue la aventura y la codicia despertada por los relatos de los primeros conquistadores. La leyenda de El Dorado se propagó entre las masas como si de una noticia real se tratara. Nada de extraño tiene este hecho, pues lo mágico formaba parte indisoluble del pensamiento y de las creencias de las gentes de entonces. Hay que tener en cuenta también que tenían a mano, en los libros de caballería, los materiales para construir sus modelos y las referencias con las que identificar sus objetivos. 
Todos estos factores desencadenaron una corriente migratoria hacia el Nuevo Mundo, que arrastró a los más arriesgados, a los más valiosos. Pasada la fiebre inicial, tras un período de carácter guerrero y religioso proselitista, sucedió el período minero y más tarde el mercantil, terminando por ser el comercio el principal motor de la emigración. La explotación de las minas de oro y, agotado éste, de plata, constituyó la actividad más provechosa para los mineros y por ende para la Corona. A ello se sumó que los nuevos asentamientos comenzaron a exportar productos novedosos y desconocidos en Europa: maderas, tintes, etc., al tiempo que demandaban otros que aún no eran capaces de proporcionar a una sociedad dominante, crecientemente más rica que la de la Península. A estos distintos periodos se corresponden los diferentes tipos de pasajeros que predominan en cada uno de ellos, sin que dejen de encontrarse los demás en todas las épocas. Tampoco hay que olvidar, al considerar las razones para emprender un viaje que ofrecía todas las incomodidades imaginables, la oportunidad que suponía para los funcionarios civiles y para los eclesiásticos la carrera de las Indias. Un destino en la gobernación de aquellos vastos territorios, o una prebenda eclesiástica en las diócesis recién establecidas suponía, sin duda, una ocasión de rápido y asegurado enriquecimiento.


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