Ver capítulo anteriores ►Prólogo - Presentación
►Notas previas. Advertencias preliminares.
►Introducción ►La Casa de la Contratación
►La licencia de paso a Indias.
►Los barcos
►La navegación
►El viaje
José María González-Cotera Guerra Marzo, 2005
CAPÍTULO VIII
El matalotajeCon este nombre se conocía los aprovisionamientos necesarios para la travesía, consistentes en alimentos y vino, amén de las cajas y cacharros para su almacenamiento y condimentación. Además, los bastimentos, como ropa de cama y de abrigo y en caso de doctores, licenciados y religiosos, los libros. Todo lo necesario excepto el agua que era proporcionada por el contramaestre. El viajero tenía que proveerse de todo el matalotaje que necesitase para él, su familia y sus criados. Por real disposición de 1607, se prohibía que los pasajeros concertasen con los maestres de raciones o con los demás o ficiales la adquisición de cualquier tipo de matalotaje. Con ello se pretendía asegurar que no faltasen para la tripulación, marinería y soldados a bordo.
Los proveedores de Sevilla entregaban a los maestres de raciones lo necesario para el viaje, libre de almojarifazgo, y éstos debían devolver el sobrante al regreso, dando cuentas de lo consumido. En cuanto al vino, en 1608 se autorizó a vender el sobrante en Cartagena o Veracruz. Lo que llevaban para abastecerse durante la travesía, hasta Canarias, donde volvían a adquirir los bastimentos para el resto del viaje, se conoce por las listas, que se conservan en el Archivo General de Indias, de los abastos y pertrechos para la marinería y soldados de las armadas. En estas listas se refl ejan las raciones diarias y los precios de adquisición. Las provisiones lo componían generalmente galleta, vino, cerdo y pescado salado, vaca en forma de cecina, habas, guisantes y arroz. [25]
También llevaban queso, aceite, vinagre, ajos y agua en toneles. Consumían también carne fresca. Para ello llevaban vacas, cerdos, corderos y gallinas, que eran embarcados en Sevilla o Sanlúcar. [26] Eran mantenidos en corrales, que hay que imaginar tan reducidos como los propios barcos. A este transporte de reses se debe la rápida introducción en Indias de animales domésticos que no existían antes del Descubrimiento. Según Chaunu [27] en sólo el período que va de 1536 a 1620, en México central los rebaños bovinos pasaron de 15.000 cabezas a un millón y los ovinos y caprinos de medio millón a ocho millones. En cuanto a precios, el bizcocho o galleta, costaba 22 reales el quintal del ordinario y 36 del blanco, reservado para el general y el almirante. El vino costaba 250 maravedís la arroba y la ración era de media azumbre diaria (un poco más de un litro). Estos precios corresponden a 1563. No podemos extendernos en más datos.
Para el que quiera completar la visión de cómo se abastecían los navíos del siglo XVI, Clerence H. Haring [28] ha relacionado los precios en tres fechas distintas, 1519, 1563 y 1568, correspondientes a las listas de la expedición de Magallanes, la armada de Pedro de las Roelas y los precios de la lista que presentó el Marqués de Santa Cruz para la Armada Invencible. El incremento de precios entre la primera y la segunda fecha es muy grande, del orden de un 300%, mientras que se mantienen los precios entre las dos últimas fechas, e incluso algunos artículos bajan un poco. Se echa en falta la sal, aunque las carnes fueran saladas, y otras bebidas que no fueran el agua y el vino. Hamilton estudió las dietas que recibían los marineros entre 1542 y 1642, obteniendo un valor medio de 3.638 calorías diarias, y señala la carencia en las citadas listas de frutas y verduras, que sin embargo abundaban en Andalucía. No debían ser muy a cionados a ellas, aunque fueran tan necesarias para combatir el escorbuto. [29] En el siglo XVII se generalizó el consumo de limones, como remedio más idóneo.
El matalotaje incluía además de los víveres, los cacharos, ollas, vasijas, sartenes, cántaros y demás recipientes necesarios para guardar y cocinar los alimentos. Incluía también la ropa de dormir, mantas, sábanas y colchones. Éstos solían ser ligeros, colchonetas, o simples jergones. Entre otros saludables consejos, Guevara, recomienda en primer lugar ponerse en paz con Dios y pagar las deudas.
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[25] Ibidem. p. 62. [26] Earl J. Hamilton. Op. Cit., vol. 37, p. 441. En José Luis Martínez. op. cit. p. 62. [27] Pierre Chaunu. Séville et l' Atlantique (1504-1650). Institut de Haute Études de l'Amérique Latine. París. 1959, t. VIII, 1, Structures, p. 720, cuadro C. En José Luis Martínez. op. cit. p. 61. [28] Haring, Clerence H. Op. cit. En José Luis Martínez. op. cit. pp. 63-67. [29] Earl J. Hamilton. op. cit. pp 434 y 437. En José Luis Martínez. op. cit. p. 67. [30] Fray Antonio de Guevara, cap x, "De las cosas que el mareante se ha de proveer para entrar en la galera". Libro de los inventores del arte del marear y de muchos trabajos que se pasan en las galeras. Valladolid 1538. Prólogo y selección de Martín de Riquer, Luis Miracle, editor. Barcelona, 1943, pp. 121. En José Luis Martínez. op. cit. p. 68 y 69 y Apéndice I, p. 248.
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