Pasajeros a Indias, 1503 - 1790 (XI)

Publicado el 23 marzo 2015 por Monpalentina @FFroi
Desde 1509 hasta 1701 se llevó un Registro de Pasajeros a Indias. Son catorce Libros que han sido transcritos y digitalizados por el Archivo General de Indias. Sus referencias son escuetas y además del nombre del pasajero, el de sus padres, su lugar de nacimiento, o el de su vecindad, solían añadir su estado, soltero o casado con licencia de su mujer, a veces el nombre del navío que había de llevarle, o el de su maestre o el del capitán de la armada. Las más de las veces, terminaban con la coletilla "en cualquier navío".

Ver capítulo anteriores
Prólogo - Presentación
Notas previas. Advertencias preliminares.
Introducción La Casa de la Contratación
►La licencia de paso a Indias.
Los barcos
La navegación
El viaje
El matalotaje
El embarque
El Comercio
José María González-Cotera Guerra Marzo, 2005

CAPÍTULO XI

Registro de Pasajeros
Pronto, en 1534, se estableció una normativa de obligado cumplimiento para conseguir la licencia de paso a las Indias, previa a la inscripción en el Registro; se abría un expediente en el que quedaban consignados todos los documentos, certificados, informaciones y autos dados hasta el otorgamiento del despacho o licencia de embarque, lo que constituía una tramitación lenta y costosa derivada de las condiciones requeridas de los solicitantes y de las dificultades de comunicación entre Sevilla y el lugar de origen de los mismos.
En el epígrafe Licencia de paso a Indias hemos expuesto los fundamentos políticos de la regulación de la concesión de licencia de pasajero y su prolija tramitación. Estos expedientes están agrupados en la Signatura CONTRATACIÓN; se hallan igualmente digitalizados y dentro de ella está comprendido también el Registro de PASAJEROS. Su lectura proporciona información generalmente suficiente, cambiante según los tiempos y las circunstancias, de los pasajeros y sus criados. Esta ocupación constituía una manera generalizada de emprender el viaje, tan costoso para cualquier español medio. Después de 1701, cesa el registro de pasajeros, tal como se venía haciendo desde 1509, pero subsiste la obligación de tramitar el expediente de licencia de paso, con lo que el Archivo General de Indias, dispone de documentación su ciente para seguir rastreando los pasajeros hasta el final efectivo de la Casa de la Contratación.
Con la ventaja de que a partir de ese momento todo expediente es más explícito en su documentación, con la consiguiente riqueza informativa que aporta. Sin embargo, a partir de las dos últimas décadas del siglo XVIII, se relaja la tramitación de las licencias, siendo escasas las informaciones hechas en el lugar de origen de los aspirantes, bastando las hechas en Cádiz, con testigos, a veces sospechosos, y terminando por ser sustituida la tramitación de la licencia por un simple pasaporte. Es como si se presintiera el final de una institución tricentenaria, incapaz de mantener unos requisitos que hace tiempo ha intuido que la están conduciendo a su muerte, por esclerosis. El incumplimiento de las normas fue sistemático, a pesar de las graves sanciones que se dictaron contra los viajeros infractores y los oficiales y maestres corruptos. El procedimiento más fácil era la compra de licencias. De otro modo no habrían pasado extranjeros ni judíos, de los cuales se tiene noticia de su presencia en Indias desde el siglo XVI, además del gran número de polizones o "llovidos".[37]  El Archivo General de Indias, repetimos, posee la colección documental de las actividades mercantiles entre España y el Nuevo Mundo, más completa que se pueda imaginar. Todo se anotaba, todo se justificaba y registraba. No solo se encuentran documentos económicos o meramente mercantiles. Están los registros navales, importantísimos para el estudio del comercio entre América y la metrópoli, mapas, cartas y derrotas de navegación, planos de caminos y fortificaciones, en fin, está la historia documental y gráfica de la conquista y colonización de la América hispana y de todas las actividades políticas y económicas de las provincias ultramarinas; están además, los expedientes de los funcionarios públicos, memoriales de méritos y hojas de servicios. Y sobre todo, está la huella del paso de anónimos hombres y mujeres que partieron en busca de fortuna y que, la mayor parte de ellos, no la encontraron. Otros no volvieron y allí dejaron, con sus ilusiones, sus vidas y sus descendientes.
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[ 37] José Luis Martínez. op. cit. pp. 31-34.

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