Pasajes (Chatos Inhumanos) es un libro interesante por varios motivos. El primero de ellos es por la prosa sincera, resplandenciente y sin ambages de su creadora, Mariana Graciano. Los esquemas del laboratorio, los bucles, las repeticiones de ideas y cualquier dibujo que aparece entre sus páginas no sirve sólo para ilutrar el texto, sino que tiene vida propia y aporta un significado que va más allá de sus páginas. Poesía, diario, microrrelato, son algunos de los géneros a los que se adscribe esta obra corta. Y sin embargo, los supera y amplía su significado. Porque todos hemos buceado alguna vez en nuestro subconsciente y no hemos estado seguros de nada.
En segundo lugar, porque Chatos Inhumanos es una editorial neoyorkina formada por gente hispana, a un lado u otro del océano, que comparte una misma lengua, casi la misma identidad, pero que son exiliados que han descubierto una patria común en las letras, que después de todo, es el único mundo al que merece la pena pertenecer. Por eso, este pequeño descubrimiento deslumbrante, que aletea lleno de poesía, sin atreverse quizá a desplegar del todo las alas, nos acompaña, latido a latido, por una senda que hemos recorrido miles de veces, pero que al igual que la protagonista del libro, no sabemos cuántas más nos quedan por andar.