Si tengo que sobresaltarme, que sea porque estoy tan implicada en la lectura que me asusta lo que pueda ocurrirle al protagonista, no porque de golpe aparezca una criatura diabólica o se ponga en marcha el viejo tren del terror. No quiero novelas que me obliguen a dormir con la luz encendida; quiero obras que me hagan disfrutar como a mí me gusta, que me provoquen sensaciones de apasionamiento, sufrimiento, abatimiento y mucho más, pero no el pánico de asustarme por una sombra extraña. Cuestión de gustos y de carácter, supongo.
Por lo tanto, como en el blog hablo de lo que he leído y me resulta imposible redactar un especial en condiciones sobre el día de hoy, este tercer año he optado por sincerarme, y lo hago con una finalidad: la de conocer vuestra perspectiva al respecto. Os animo a comentar si vosotros sois aficionados al terror o si, como yo, no os gusta experimentar esta sensación durante la lectura. Seguro que podemos tener un intercambio interesante, como siempre.