Todavía me quedan algunos meses para irme de vacaciones y un poco más para volver a irme al extranjero. La semana pasada os dejé una entrada de Roma pero aún me había dejado cosas en el tintero. Hoy vamos a conocer dos sitios totalmente distintos e increíbles. ¿Te apuntas a este nuevo recorrido?
La ciudad de Roma me pareció encantadora desde el principio y muy similar a mi propia ciudad: Madrid. Tiene sus cosas diferentes como es de esperar, pero me sentí mucho más cómoda y como si estuviera en casa. Me imagino que será por los genes mediterráneo que compartimos.
CASTILLO DE SANT'ANGELO
Mi primera visita de hoy quiero dedicársela al Castillo Sant'Angelo y es que me dejó impresionada. Empezamos el día con tranquilidad, listos para ir al Vaticano y ver la Plaza de San Pedro y nos llevamos una desagradable sorpresa. Estaba cortada y tampoco se podía entrar en el Vaticano. ¿Cómo? ¿Por qué mundo cruel? ¿Qué hemos hecho mal?
Sí, podríamos seguir así todo el día. Y no creáis que mi decepción es porque soy católica... Ni mucho menos. Pero reconozco que es un lugar digno de ver y que causa cuanto menos curiosidad. Así que me quedé con las ganas y pensé que tendría que echar otro día para poder ver la grandiosidad del Vaticano. ¿Y encontrar quizá con el Papa Francisco?
Deshecha la ilusión de entrar a ver la Capilla Sixtina y cualquier otra cosa del Vaticano... Solo nos quedaba una opción. Visitar el Castillo de Sant'Angelo, que está cerca de allí y que según dice es magnífico. ¿Y qué puedo decir? ¡Me ha encantado! No me arrepiento de haber ido y la verdad es que disfrutas de las vistas.
El castillo se alza imponente para todos los que cruzamos o venimos de calles cercanas. Situado al lado del río, solo puedes alzar el rostro para comprobar su altura y ver su piedra desgastada por los años. Entrar es como retroceder en el tiempo, sentir la vida que allí se respiraba e imaginar cómo era vivir en esos tiempos.
Las piedras tienen muchas marcas, algunas están más que desgastadas está clarísimo, pero aún así se conserva maravillosamente. Las empinadas escaleras, el recorrido por los bordes de la muralla donde puedes ver el panorama e incluso hacer una panorámica (sí, mi amiga se dedicó a ello y es buenísima cuando lo hace).
Existen un montón de salones con sus objetos pero también algunas estatuas que te ofrecen más historia de la que esperabas. Como siempre, fuimos leyendo algunos de los carteles, pero lo realmente bonito son las vistas porque puedes ver el Vaticano desde allí. ¿Quién no quedaría fascinado?
Fue una experiencia magnífica poder ver una obra de esas características y después sentarnos en el borde del río. Mirar hacia abajo y darnos cuenta que es una de las zonas donde se rodó la última película de "James Bond". (¿What? ¿En serio? Sí, sí la escena del cochazo de James Bond recorriendo la ciudad a toda velocidad).
FONTANA DE TREVI
La primera vez que vi la Fontana de Trevi estaba anocheciendo, las luces se habían encendido y un montón de gente se amontonaba a su alrededor. No se podía casi pasar, mucho menos hacerte una foto, pero contra todo pronóstico... ¡Lo conseguimos! Sí, hicimos la foto y volvimos muchas más veces para visitarla. ¿Cómo describirlo?
Impresionante es la primera palabra que viene a mi cabeza y posiblemente la única. Es una obra magnífica, que te deja noqueado cuando lo ves por lo que representa y por lo que tuvo que tardar en realizarse. Es una obra de arte que roba el corazón y que nos recuerda lo pequeñitos que somos.
Quizá lo que más llama la atención es su situación. En pleno centro con casas rodeándola y ahí, justo ahí, se encuentra la fuente más grande de la ciudad. El blanco mármol reluce al fulgor de las luces, el sol brilla y deslumbra por las mañanas y el sonido del agua nos crea una sensación de tranquilidad a todos.
Tranquilidad que solo consigues cuando realmente no hay mucha gente porque cuánta más hay... ¡Menos paz! A veces, las luces que iluminan la fuente son las de los propios flashes de las cámaras y no, creo que es no tiene su encanto. Diga la gente lo que diga o piense lo que piense. Pero es fabuloso poder sentarse allí, tomarse un helado o un trozo de pizza y disfrutar de las grandísimas vistas.
¡Alto, alto! Ya sé lo que estáis pensando. ¿No lanzaste una moneda? Fue una de las primeras cosas que hice. Creo en los deseos, me parece que podemos hacerlos posibles con fuerza de voluntad. Y no, no os voy a decir el deseo que sino no se cumple... Pero de momento no ha ido mal la cosa.
Mientras estaba sentada en el banco admirando la fuente no pude evitar pensar, que sería perfecta para una escena en un libro y la verdad es que la idea sigue rondándome. Es tan imponente que no necesitas una fotografía para poder visualizarla en tu memoria y quedarte con ese recuerdo.
Es preciosa de día, es magnífica de noche y no hay un momento en el que no desees verla. Sinceramente, una de las mejores cosas que tiene Roma. Sí, tiene mil historias, mil monumentos y a cada cual más bonito. Pero esta infraestructura quita el aliento y solo espero que si vais, la disfrutéis tanto o más que yo, y mirad que eso es muy complicado.