Click here to read the English version Tom y Pauline, los dueños de Blanket Bay, son también dueños de un área enorme de terreno que rodea al lodge y que contiene la estación ganadera de Wyuna (4855 ha donde crían ovejas, ciervos y vacas), parte de la histórica Rees Station, que comprendía todos los terrenos de la costa este del Lago Wakatipu.
Ruth Ann hace tiempo que nos llevaba diciendo que fuésemos a verla a los establos una mañana y que nos llevaría a montar a caballo. De este modo mataríamos dos pájaros de un tiro: conoceríamos a los caballos de Wyuna y también podríamos hablar con los huéspedes de Blanket Bay sobre los paseos a caballo con cierto conocimiento de lo que ofrecen.
Una vez el verano llegó a Glenorchy, nos decidimos a aceptar la invitación de Ruth Ann y fuimos a montar a caballo. La jornada empezó conociendo a los caballos en las cuadras, que ya estaban ensillados y listos para partir… más o menos.
El caballo de Marina, Reo (léase “río”), parece que sufre una especie de narcolepsia equina que hace que a la mínima se quede dormido. De todas formas, como ninguno de los dos somos veterinarios, decidimos bautizar la condición de Reo como “cosas de la edad”.
El caballo que me tocó a mí, Razzy, un precioso animal blanco y negro, como una vaca lechera pero en caballo, también sufría de una condición particular llamada gula extrema. Ruth Ann me dijo que debía ser firme y demostrarle que yo era el jefe ya que sólo les pedimos que trabajen dos horas al día, por lo que les quedan otras veintidós para comer, dormir y revolcarse por el barro.
En cuanto a Ruth Ann, ella montó a Isabella, la única hembra de la manada y causante de todas las disputas equinas en las cuadras.
El paseo duró algo más de dos horas y transcurrió a través de los campos donde pastan las vacas y ovejas de Wyuna y por los límites de los terrenos de Blanket Bay, donde pudimos chapotear un pelín en el lago. Los caballos se portaron muy bien y a ninguno se le ocurrió ponerse a galopar, afortunadamente.
Al final ayudamos a Ruth Ann a desensillar a nuestros nuevos amigos, los refrescamos un poco y les dimos sus vitaminas y diferentes suplementos alimenticios. Estos se les dan porque durante el verano los tienen en terrenos sin apenas césped, ya que la hierba está muy dulce y les sienta como una patada. Ruth Ann cuida muy bien de los caballos y de los jinetes, por muy domingueros que seamos. Enrique & Marina