El pasado 3 de junio recibí vía whatsApp invitación de Miguel A. Fernández Martínez ―reconocido biólogo y naturalista vigués― para participar en una visita adaptada por el Parque Nacional Islas Atlánticas de Galicia, uno de los quince que integran la red de parques nacionales españoles. Dos semanas después, el domingo 18, embarcaba rumbo Cíes junto a un equipo formado por diez personas y dos sillas accesibles Jöelette para usuarios con movilidad reducida.
Con la ayuda de estas sillas especiales, empujadas por voluntarios y voluntarias del Vigo Rugby Club, podría completar cualquiera de las rutas de senderismo que ofrece el archipiélago.
Tenía muchas ganas de volver a las Cíes. Anteriormente las había visitado en dos ocasiones, pero precisamente por la dificultad de moverse por ellas, apenas las conocía. Y Cíes no es sólo Rodas, el conocido arenal que puso de moda el diario británico The Guardian. Cíes es mucho más... No es casualidad que en época romana fueran conocidas como Islas de los Dioses...
El autor en el mirador del Faro da Porta, islas Cíes. //Azucena Alonso
Tras una breve deliberación, decidimos seguir la ruta do Faro da Porta, más corta y sencilla que la masificada de Monte Faro, pero no menos espectacular.
Damián, Azucena, Iria y Tamara fueron mis "porteadores". No sé como agradecerles su amabilidad, su esfuerzo, su calidad humana. Los cuatro sudaron literalmente la camiseta llevándome por terrenos imposibles para una silla de ruedas convencional.
Tas la primera toma de contacto, con las lógicas vacilaciones de la primera vez, pronto pude comprobar la comodidad y fiabilidad de este novedoso sistema de transporte. Un sistema que ya se utiliza con éxito en diferentes espacios protegidos, como el Parque Nacional del Teide, pionero en la puesta en marcha de este servicio.
Hacemos votos para que tanto el Concello de Vigo como la propia Consellería de Medio Ambiente apuesten por este proyecto y apoyen su implementación en el parque gallego.
Hemos preparado un vídeo-resumen de aquella inolvidable jornada. Las cristalinas aguas de la playa de Nosa Señora; la ternura de mamá gaviota alimentando ―y defendiendo― a sus pollos, graciosas bolitas de mimético plumón; o la sobrecogedora visión de San Martiño, la isla sur, envuelta en bruma y misterio, son algunos de los recuerdos inmortalizados en él... ¡Espero que os guste!