Conocí los vinos de Bodegas Chozas Carrascal de la mano de María José, la segunda generación. No se puede transmitir más pasión, más convencimiento de lo que se hace, que transmite ella. Escuchándola hablar de sus vinos, de cómo beberlos, de cuando, con quien, nos lleva a su terreno y nos crea dos necesidades inmediatas. La primera disfrutar de estos caldos, recrearse con ellos. La segunda, conocer dónde nacen estos vinos, cómo crecen y se convierten en adultos. Los vinos tuve ocasión de probarlos guiada por ella. Conocer las bodegas sabía que iba a ser cuestión de tiempo, de muy poco tiempo. Un domingo de primavera, ideal para un Paseo al Sol en Bodegas Chozas Carrascal.
Un sol radiante, el cielo azul, los iris que bordeaban el camino, en resumen, un maravilloso día de primavera, nos dio la bienvenida en Chozas Carrascal. Julián López, nos recibió y guió durante toda la visita. Conocía la zona desde su infancia, gracias a su abuelo, así que cuando hace poco más de 20 años adquirió el terreno y la casa, todo le era familiar. Carrascal se llamaba la finca, por Chozas se conocía a su abuelo, el nombre estaba elegido. Jugar con las dos "C", a nivel de marketing, todo un acierto, añado yo.
Los viñedos se encuentran en San Antonio de Requena, a tiro de piedra, literalmente, de la nueva estación del AVE, rodeados de almendros y olivos. En el cultivo de estos últimos, los olivos, están comenzando a invertir. Cornicabra, Arbequina y Chiquitita, son las variedades elegidas.
La máxima de la bodega ha sido la de realizar vinos de la máxima calidad dentro del concepto de vino de pago, a los cuáles dedican en la actualidad 30 Ha. El resto, un total de 80 Ha, pertenece a la D.O. Utiel-Requena.
Como el día acompañaba nuestra visita comenzó con un Paseo al Sol por los viñedos. Mientras, Julián nos revelaba datos. Lo primero que se hizo fue estudiar los diferentes terrenos para conocer que variedad de uva sería la más apropiada para cada uno de ellos. Hasta 11 variedades.
Hablando llegamos a donde se encuentra la desgranadora, que aquí sustituye a la habitual despalilladora-estrujadora, y Julián nos cuenta que se realiza la vendimia de madrugada aprovechando que la uva está más fría. De nuevo, paseando ente viñedos, volvemos a las instalaciones de la bodega.
Pasamos al interior y comenzamos visitando la sala donde se encuentran los depósitos de hormigón puro, sin revestimiento interior, favoreciendo de esta forma la aportación de polifenoles y taninos y una mejor microoxigenación durante la fermentación.
El depósito en forma de huevo es el que utilizan para la elaboración del Las tres.
En otra sala se encuentran los depósitos de acero inoxidable. Nadie diría que las salas están en funcionamiento, está todo brillante. La última tecnología está presente en toda la bodega, sin lugar a dudas, es una de las más punteras de la zona.
En la sala de barricas descansan vinos como Las Cuatro, sólo un mes, Las dos Ces, Las Ocho y el Cabernet Franc, un monovarietal, la joya de la bodega. Todos ellos con puntuaciones por encima de 90 en la Guía Peñín.
Hace pocos años pusieron en el mercado su Brut Nature, elaborado cien por cien en la propiedad, con la selección de las mejores uvas Chardonnay y Macabeo. Y se amplió la bodega, creando una cava subterránea donde se disponen las botellas en rima. El cava ha sido muy bien acogido por el público, de manera que el mercado demanda más que en la actualidad producen, y en mi caso, es el único caldo de la bodega que todavía no he tenido ocasión de probar.
Julián nos lo repitió en más de una ocasión durante nuestra visita: "Trabajamos para que nuestros vinos sean difíciles de olvidar". "Hay que aportar alguna característica que identifique al vino con la bodega".
Mucha ilusión en Julián, transmitida a sus hijos, para hacer vinos de pago de alto nivel. Modernidad y tradición son aquí bien combinadas, además de apostar por el cultivo ecológico. Una forma de demostrar que se puede respetar el entorno natural y conseguir vinos de calidad.
En el exterior de la bodega, el Jardín de Variedades, un homenaje a todas las variedades de uva que allí se cultivan. Y justo al lado, la casa solariega, de 1870, y que al rehabilitar sacó a la luz un nuevo descubrimiento. En los bajos de la casa aguardaba una antigua bodega, parte de ella se ha recuperado y ha pasado a integrar la bodega actual.
La visita termina y llega el momento cata. En esta ocasión, han sido cuatro los vinos elegidos. El Brut Nature, el Cabernet Franc y Las dos Ces, tanto blanco como tinto, los dejamos para otra ocasión.
Comenzamos la cata por Las Tres, un blanco elaborado con las variedades Chardonnay, Sauvignon Blanc y Macabeo, de color amarillo pajizo muy limpio y brillante. Fresco, con personalidad y muy elegante. Con D.O Pago.
Los vinos de Bodega Chozas Carrascal me traen recuerdos musicales. Cada vez que los nombro me viene a la memoria los acordes de la canción de Sabina "Y nos dieron las diez": Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres ... no sólo por la coincidencia de alguno de sus nombres, sino por que con ellos nos puede dar cualquier hora de cualquier día.
Llegamos a Las Ocho. Elaborado con ocho variedades de uva: Bobal, Bobal F, Garnacha, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah y Merlot, 14 meses en barrica y 12 meses en botella, nos ofrecen un vino muy redondo. Potente pero sin asperezas, de un precioso color rubí intenso y con agradable aroma a vainilla y especias. Un señor vino.
Finalizamos con el Domaine Perna Batut. Un muscat delicioso, de color dorado pajizo, elaborado en Francia, en un pequeño terreno que cerca de Carcassonne tiene la bodega. Denominación AOC Saint Jean de Minervois. Este vino dulce me tenía ya cautivada. Ideal para tomar solo, pero es un acompañamiento especial para unas tostas de Foie Gras Micuit.
¡Hasta pronto!