Ilustración Irene Shpak.-Julio Aumente-
Un mar está lejano,
acaricia arrecifes.
Pez o rojo coral
en luz clara reviven.
Doras con tu presencia
el tibio, el puro, el cálido
dulce y húmedo viento.
En tu cuerpo descanso.
Tus ojos son el mar,
el mar eres tú mismo
-bronce aún débil-, un cielo
pesa en tus hombros, vivo
cuerpo amado. La arena
-luz que se entrega a todos-
sobre las piedras blancas
reverbera sus oros.
La luna en su menguante
roja se nos ofrece
como fruta lejana
que estrellas paladeen.
Tú estás allí y el mar.
Yo aquí frente a la tierra
con su forma tangible
que nos separa espesa.
Nos desune, gravita
lo sólido. Interpone
su densidad, distancia.
Nos va borrando nombres.
Oh, dulce amor, recuerdo
para siempre. Qué limpios
los que el aire me trae,
memoria sin olvido.
Viento de aquella mar
salado en nuestra sangre,
déjame en el presente.
Calla el alma. No sabe.