La ruta, como tantas otras, la empezaremos frente a la boca del metro de la parte alta de la Rambla, junto a plaça de Catalunya. Desde ese lugar, empezaremos a caminar dirección a la calle Canuda, y nos pararemos frente al número 6, en donde nos espera nuestro primer destino. De camino, pasaremos por la Fuente de Canaletas, por el recientemente reabierto Bar Nuria, por el lugar donde hubo una emblemática agencia de viajes de Barcelona, y que ahora ocupa una tienda de moda un tanto “Desigual”. Enfilada ya la calle Canuda, bordearemos un futuro santuario de la marca Mango, veremos en una fachada a nuestra izquierda una mala reproducción de un esgrafiado del dios Hermes, y tras pasar junto a la reja bajada de la desaparecida librería Canuda, llegaremos a nuestro destino: El Ateneu Barcelonès.
Dicen que las redes sociales se alimentan de la interacción entre sus usuarios, afirmación que no puedo por más que compartir. Hace un tiempo, y de manera espontánea, un grupo de tuiteros empezamos a saludarnos virtualmente cada viernes por la mañana, lo que ya se ha convertido en una cita ineludible entre los miembros del autoproclamado #ClubdelosViernes. Pero como en el fondo detrás de cada perfil de Twitter siempre hay una persona, esa interacción nos ha llevado a quedar para desvirtualizarnos, y así fue cómo se originó el encuentro del que os voy a hablar, y que tuvo lugar en el magnífico marco del Ateneu Barcelonès, gracias a Miquel Àngel Barrabia, miembro de su anterior junta, y que tuvo la amabilidad de invitarnos a visitarlo.
Personalmente, fue la primera vez que entraba en las entrañas del edificio (hasta ahora no había pasado del patio de la entrada), por lo que puedo afirmar que me sorprendió gratamente, y lo encontré un lugar encantador, que emana tranquilidad y cultura por sus cuatro costados.
Tras la bienvenida que nos dispensó nuestro anfitrión en el acceso principal del edificio, entramos en su interior para comenzar el recorrido VIP que nos había preparado. Al encuentro asistimos: Eva e Isa de Barcelona Colours, (junto a Sofía, Esther, Pablo, Inés y Jorge), Mer de Another BCN, Pepa de Terrazeo y yo misma.
Lo primero que nos encontramos al entrar fue la entrada de carruajes, el patio que hay junto a la entrada, y que data de la época en que se construyó el edificio. Aunque originalmente era descubierto, actualmente lo cubre un lucernario y permite que pueda acoger exposiciones, actuaciones o audiovisuales de pequeño formato.
A un lado está la escalera noble, por la que se accede a la primera planta, lugar que ocupaban las estancias donde antiguamente residían los propietarios del palacio. Atravesado el patio, se llega a un vestíbulo desde el que se puede acceder al resto de plantas. Una de las primeras sorpresas que nos llevamos es el maravilloso ascensor modernista, obra de Josep Mª Jujol, que se instaló cuando el arquitecto remodeló el edificio en 1906.¡Toda una obra de arte!
Como la visita que nos habían preparado la íbamos a comenzar por las plantas superiores, lo primero que hicimos fue subir hasta el último piso, y desde allí fuimos bajando. Todo el recorrido fue acompañado del factor ¡Oh!, que como sabemos los que nos movemos en el mundo de los eventos, supone ser sorprendidos gratamente de manera continuada.
Desde la quinta planta, dedicada en exclusiva a la escritura y a los escritores, se disfruta de unas bonitas vistas panorámicas sobre las terrazas y las cúpulas de diferentes edificios de la plaça de Catalunya, que estamos habituados a tener que verlos de abajo hacia arriba, y no al mismo nivel. Otra imagen curiosa que se puede ver desde la última planta es un plano completo del jardín del propio Ateneo.
Tomadas las inevitables fotografías (donde los modelos de excepción fueron los más pequeños del grupo) bajamos a la segunda planta, donde tuvimos nuestro tiempo para visitar la regia y distinguida Sala Pompeu Fabra, así como el innovador y moderno Salón de Actos, renovado totalmente en 2010, y en cuyo vestíbulo de acceso hay una colorida pintura mural de Alfons Borrell, que entregó al Ateneo con motivo del acto de inauguración de esa renovación, el 17 de noviembre de 2010.
Finalizada la visita al salón de actos, en la que nuestros pequeños compañeros tuvieron tiempo de montar una poco habitual “mesa de presidencia”, bajamos hacia la primera planta. Fue el momento de visitar lo que muy bien han llamado como “la Joya del Ateneo”, es decir, su Biblioteca. Tanto por su fondo patrimonial, como por las características de las salas que la conforman, no podía haberse elegido una definición más acertada.
Esta biblioteca está considerada la más importante de Cataluña, entre todas las bibliotecas privadas y civiles, principalmente por los más de 300.000 volúmenes que contiene, entre libros, incunables, manuscritos y colecciones de revistas y prensa diaria, que además se guardan en un entorno arquitectónico y artístico impresionante, con frescos originales del siglo XVIII, pintados por Francesc Pla de Vigatà, y decoraciones en forja y madera de Josep Mª Jujol.
Aunque la biblioteca es uno de los espacios más inaccesibles del Ateneo, durante la visita tuvimos la suerte de cruzarnos con su bibliotecario jefe, el doctor en filosofia Ramon Alcoberro que, a petición de Miquel Àngel Barrabia, tuvo la amabilidad de facilitarnos el acceso. Eso sí, con la condición de que mantuviésemos un silencio sepulcral.
Tras nuestra privilegiada, a la vez que inesperada, visita a la biblioteca, llegó la parte más lúdica del encuentro. Ya en la planta principal, tuvimos la oportunidad de pasear y conocer por los espacios destinados a salas de estar y de conversación. Una de las más emblemáticas es la Sala dedicada al Dr. Joaquim Borralleras i Grau, que formó parte de una de las peñas ateneístas más famosas de los años veinte y treinta del siglo pasado. Una de las tareas más trascendentes que llevó a cabo fue durante la Guerra Civil, cuando ayudó a salvar de la destrucción multitud de obras de artes. ¡Por cierto!, una pregunta que nos planteamos ¿Tienen algo que ver los suelos “ajedrezados” -combinando baldosas blancas y negras-, con una posible relación del edificio con la masonería? Ahí dejo la pregunta abierta.
Como cualquier evento, nuestro encuentro desvirtualizador también concluyó alrededor de una mesa y frente a un aperitivo dominical, compartiendo opiniones e intercambiando tarjetas y aprovechando el momento para expresar nuestro agradeciendo a Miquel Àngel, por haber hecho posible nuestro primer encuentro bloguero en tan maravilloso lugar.
Antes de ello, todavía tuvimos la oportunidad de salir al jardín romántico, un lugar ideal para relajarse, que transmite una total paz y tranquilidad. Está estructurado por diferentes parterres, con plantas y altísimas palmeras, situados alrededor de un pequeño estanque con un surtidor, que el día de Corpus suele acoger el tradicional “Ou com balla”. Un lugar idóneo, donde se suelen celebrar conciertos de jazz y sesiones de cine al aire libre.
El Ateneu Barcelonès, desde sus inicios, siempre ha gozado de un gran prestigio como entidad promotora de la cultura. En la actualidad sigue siendo uno de los centros culturales más importantes de Barcelona, y lo mismo se imparten conferencias, que se ofrecen recitales y conciertos, o se hacen exposiciones. Una de las actividades, que para una bloguera como yo le parece más interesante, es la oferta formativa que ofrece a través de su escola d'escriptura, y que definen como "l'ensenyament de les arts i els oficis de la paraula" (la enseñanza de las artes y los oficios de la palabra).
El acceso al interior del edificio, evidentemente, está reservado a los socios y alumnos de la entidad, pero el día de Sant Jordi y el día de Corpus suelen celebrar jornadas de puertas abiertas, en las que se puede entrar a visitarlo libremente.
De todos es conocido que el edificio donde está el Ateneo es el Palau Savassona, pero seguro que ya no tantos conocen la historia de sus primeros propietarios, los barones de Savassona. De ahí el pequeño recopilatorio que os incluyo para finalizar, y que seguro que a alguien le puede interesar.
De acuerdo con la heráldica catalana, el título de barón es el penúltimo en importancia. No obstante, en la Edad Media lo ostentaban los más altos miembros de la nobleza, comparable a los infanzones de Aragón o a los Ricos-hombres de Castilla. Era una designación genérica -equivalente a señor feudal-, que recibían las personas que tenían bajo su dominio un territorio que no pertenecía al rey (baronías inmemoriales). Hasta el siglo XIV no se concedió el primer título de barón, que con el tiempo pasaría a ser un título nobiliario como conocemos hoy en día. Entre las baronías catalanas, está la de Savassona, título que aparece documentado desde el siglo XV.
Josep Francesc Ferrer de Llupià i Brossa (1764-1826), heredero de una familia de caballeros que habían regido el castillo de Savassona bajo el dominio de los vizcondes de Osona, ostentó el título de barón de Savassona, así como el de señor de Esparreguera, de Olost y de Cererols. En 1796, encargó la remodelación del palacio que poseía su familia en la ciudad de Barcelona, y cuyo resultado fue la casa señorial de planta gótica y dimensiones neoclásicas que, tras posteriores modificaciones, ha llegado hasta nuestro días.
Para saber más:
Ateneu Barcelonés
Una història del Ateneu Barcelonès per Daniel Venteo
Escola d'escriptura