Claudia Fontes, Marie Orensanz, Roberto Aizemberg, Dennis Oppenheim, William Tucker también exponen sus esculturas en este predio concebido para (sostiene el folleto distribuido entre visitantes compatriotas y extranjeros) “construir, recuperar, preservar la memoria colectiva” y “evitar que se repitan graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad como los ocurridos en nuestro pasado reciente”.
La muestra permanente incluye un sendero marcado por señales de tránsito que cinco artistas plásticos reelaboraron para proponer una cronología de lo ocurrido entre los inicios de la Triple A y la recuperación de la democracia. Este proyecto de señalización impacta por su capacidad de síntesis (lástima los errores de redacción, por ejemplo el abuso del “hubieron”).
Algunos visitantes se detienen ante cada escultura y ante los murales donde figuran inscriptos los nombres y apellidos de los desaparecidos y el año de su secuestro. Otros caminan por la esplanada y contemplan el río testigo y cómplice forzado de los vuelos de la muerte. Unos pocos eligen una porción de verde donde tirarse a tomar sol o desde donde remontar barriletes.
Ojalá los responsables del Parque de la Memoria sepan preservarlo de agresiones como ésta y ésta. Atentar contra el gran espacio ribereño (o contra el Centro Cultural Haroldo Conti) es una misión probable para quienes se sienten humillados por los vencedores “de la guerra incruenta“.
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Importante: el Parque de la Memoria se encuentra abierto al público todos los días de 10 a 18 horas. Instituciones culturales y educativas pueden reservar visitas guiadas por teléfono, llamando al 4787-0999.