En la entrada anterior paseabamos por un aspecto de la intervención social que me parecía crucial: el liderazgo. Antes de encontrarnos con el resto de aspectos que os anticipé y que me parecen igual de importantes, tal vez sea necesario ponernos mínimamente de acuerdo en qué es esto de la intervención social.
- de manera formal u organizada,
- intentando responder a necesidades sociales
- y, específicamente, incidir significativamente en la interacción de las personas
- aspirando a legitimación pública o social.
Planificar y coordinar tan variadas actuaciones (tan dispares en cuanto a lógicas y a motivaciones como dispares son las instituciones que las sustentan) es una tarea, nunca mejor dicho, de chinos. Tarea que debería afrontar el fragmentado, confuso y débil Sistema de Servicios Sociales, pero que no puede hacer mientras no adquiera una legitimidad diferente (que no se espera) y mientras no se halle tan ocupado en otras tareas como la de paliar la pobreza y recoger la exclusión que otros expulsan.
El resultado son intervenciones sociales caóticas, cuya eficacia para resolver las problemáticas que pretenden depende más de la suerte que de la calidad de la intervención y que con frecuencia, en lugar de resolverlas las empeoran.
Y es que, como dice otro proverbio que Wang utiliza con frecuencia "para quien no sabe donde ir, todos los caminos sirven".