Para la segunda parte esperaba nada menos que la "Misa Glagolítica" (1926) de L. Janácek con nuestro gran coro asturiano y cuatro solistas alemanes con distinto protagonismo en la partitura, más un organista (que también toca el pianoforte e incluso es asistente de dirección del Maggio Fiorentino) quien utilizó un instrumento eléctrico amplificado por momentos en demasía, nuestra orquesta asturiana, todo bajo la batuta del "Maestro Luarca" en uno de sus caprichos de despedida, lo que se notó en su visión y buen trabajo desde el podio, mucho más atento al coro y solistas que de costumbre y buscando un buen espectáculo de todos en detrimento de los solistas que por momentos quedaron engullidos por la masa sonora desplegada en esta obra de madurez del checo, más exaltación nacional que misa pese a la estructura de la obra sinfónico-coral.
Capítulo aparte quiero dedicarle al organista Andrea Albertin, excelente en todas y cada una de sus intervenciones al que no culpo del ya comentado exceso de volumen por momentos, así como una reverberación programada algo larga que no era necesaria en el auditorio. En obras así echamos de menos un órgano instalado en la sala (se me caía la baba viendo el de Tenerife, moderno y que se oculta cuando no lo utilizan), aunque el usado este viernes "daba el pego" a la vista de los resultados. El penúltimo número (VII. Órgano solo) nos dejó una interpretación realmente sublime en todos los aspectos, siendo muy aplaudido al final del concierto.
Al Coro de la Fundación le plantean retos de los que suele salir airoso aunque supongan altibajos al interpretar obras "de repertorio" o más trabajadas. En el de hoy se merecieron el sobresaliente porque cantar en glagolítico no es fácil: "Gospodi pomiluj" en vez de Kyrie, "Slavala" el Gloria, "Veruju" por Credo, "Svet" el Sanctus, y qué maravilla ese "Agnece Bozij" (Agnus Dei); esta misa tiene momentos complicados de afinación para oídos occidentales que superaron como si de un coro ruso se tratase. El empaste fue total no sólo de voces sino con la orquesta y creo que alcanzó niveles nunca escuchados hasta ahora entre ambas formaciones, incluso en los ff no hubo gritos sino una potencia bien administrada capaz de sobreponerse al resto de músicos (que se lo pregunten a los solistas). Las partes solas de mujeres rivalizaron con las de hombres sin necesitar vencerse, con total empatía tanto en los momentos a capella como las partes fugadas. Mi más sincera enhorabuena al trabajo de mi amigo Pepu y esas voces que deben estar satisfechas del fruto recogido tras meses de ensayos...
Si hace un año escuchaba "Sin mucha pasión" estos mismos protagonistas (con otro cuarteto vocal solista), tengo que reconocer que, al igual que Milan Kundera llegó a afirmar que la obra tenía más de orgía que de misa, pese al mal presagio inicial acabé como la fanfarria final de la misma que le da una última dimensión triunfal, febril y un tanto irónica: apasionado desde el agnosticismo glagolítico.