Pasión de la Tierra

Publicado el 22 noviembre 2024 por Rubencastillo

Me reencuentro, veinte años después de mi primera lectura en la Biblioteca de Premios Nobel de la editorial Aguilar, con esta exquisitez de Vicente Aleixandre, que me he comprado en la edición bellísima de Cátedra. Y, como antaño, siento el licor surrealista embriagándome y convenciéndome.

Hay una respiración de belleza que empapa las frases y las une como aforismos magnéticos hasta conformar mosaicos increíbles. Al principio, los ojos de quien lee se abren de sorpresa; luego, de felicidad; por fin, de éxtasis. No importa que el cerebro experimente la imposibilidad de ordenar y explicar el conjunto que tiene ante sí. No es ese el camino: tampoco la fe religiosa o la esperanza admiten ecuaciones. La detallada exploración sensorial, imaginativa, febril que Aleixandre recorre en estas páginas no admite una exégesis única, porque toda luz es muchas luces. Pongamos algunos ejemplos: la persona que lee llega hasta el texto titulado Vida y encuentra fragmentos como este: “Una rosa sentida, un pétalo de carne, colgaba de su cuello y se ahogaba en el agua morada, mientras la frente arriba, ensombrecida de alas palpitantes, se cargaba de sueño, de muerte joven, de esperanza sin hierba, bajo el aire sin aire. Los ojos no morían. Yo podría haberlos tenido en esta mano, acaso para besarlos”. O se avanza hasta Del color de la nada y se encuentra este otro fragmento: “Se iban ahogando las paredes. Se veía venir el minuto en que los ojos, salidos de su esfera, acabarían brillando como puntos de dolor, con peligro de atravesarse en las gargantas. Se adivinaba la certidumbre de que las montañas acabarían reuniéndose fatalmente, sin que pudieran impedirlo las manos de todos los niños de la tierra”. O se detienen las pupilas en Sobre tu pecho unas letras y entonces sucede que nos dice: “Hermoso cuerpo, látigo descansado, ceñido ciego que no buscas por qué el cielo es azul y por qué el color de tus ojos permanece entreabierto aun cuando llueva dulcemente sobre mis velos. Las formas permanecen a pesar de este sol que seca las gargantas y hace de plata los propósitos que esta mañana nacieron frescos”.

En ese territorio irracional, lúdico, colorista y sorprendente se mueve el poeta malagueño; y en él nos invita a entrar, siempre que seamos capaces de suspender los prejuicios rigurosos de nuestro cerebro. Seamos niños y entremos en su Reino. Tengamos fe y accederemos a la Poesía.