Os reconozco que el partido contra el Real Madrid me dejó muy tocado, como ya os conté hace unos días. Ayer estuve toda la tarde viendo videos de nuestro Atleti, de nuestra afición, de la final de Barcelona y de la final de Hamburgo para insuflarme algo de ánimo. Sin embargo, una boina de pesimismo seguía sobre mi cabeza. A doble partido, el Valencia, me parece el equipo más difícil de los otros tres semifinalistas y viendo el mal juego rojiblanco en los últimos encuentros mis sensaciones no eran las mejores. Pero a medida que se acercaba la hora de entrar en el campo y viendo la animación en los bares de los alrededores, mi esperanza fue renaciendo.
Os reconozco que el partido contra el Real Madrid me dejó muy tocado, como ya os conté hace unos días. Ayer estuve toda la tarde viendo videos de nuestro Atleti, de nuestra afición, de la final de Barcelona y de la final de Hamburgo para insuflarme algo de ánimo. Sin embargo, una boina de pesimismo seguía sobre mi cabeza. A doble partido, el Valencia, me parece el equipo más difícil de los otros tres semifinalistas y viendo el mal juego rojiblanco en los últimos encuentros mis sensaciones no eran las mejores. Pero a medida que se acercaba la hora de entrar en el campo y viendo la animación en los bares de los alrededores, mi esperanza fue renaciendo.