Paso del tiempo o un cumpleaños más (por Ana)

Publicado el 13 diciembre 2011 por Imperfectas
Un día, de repente, me levanto y tengo 36 años. Me miro al espejo, me sigo viendo exactamente igual que ayer... y que antes de ayer, y que hace 10 años... Ya sé que es producto de mi imaginación, que mi rostro ha cambiado, que las canas han invadido casi por completo mi cabello (un nuevo compañero de vida, el dichoso tinte), que he ensanchado un poco y que, aunque no tengo arrugas, la edad se refleja en mi cara. Pero no es posible, yo me sigo viendo igual que cuando tenía 20 años. Si examino mis ojos puedo ver el mismo brillo que entonces, las mismas esperanzas, los mismos sueños (bueno, los mismos no, porque unos se han cumplido y otros han sido sustituidos por metas más realistas) y las mismas ganas de vivir que hace un montón de años.

¿Cómo he llegado a esta edad, cómo han pasado estos años sin darme apenas cuenta? ¿He vivido como he querido o me he dejado arrastrar por la vida, por las circunstancias, por las necesidades y los momentos? No tengo respuesta, me siento un poco perdida, estoy en un momento de mi vida en el que me hallo completamente desorientada, como en un parón absurdo, esperando no sé qué ni cuándo... Mi realidad no es cómo la niña y la joven que fui imaginaban con esta edad... No es así como debería ser... Yo debería tener la vida más o menos asentada, con una posición laboral y económica desahogada, con mi vida sentimental solucionada... y aquí estoy, intentando empezar de nuevo, buscando un nuevo camino porque el antiguo se me ha hecho insoportable, me asfixiaba, me devoraba por dentro. Además, otras circunstancias malditas, incontrolables y sin solución, hacen que me encuentre en un estado constante de tristeza e impotencia y han convertido este último año en una pesadilla... aunque, como diría Dickens: eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos... En los malos momentos es cuando se demuestra el amor, el cariño y la calidad de las personas y yo tengo una suerte tremenda con aquellos que me rodean. Ahora más que nunca quiero y soy querida, ayudo y me ayudan...

Y aún con esos malos momentos a la espalda, tengo muchas ganas de vivir sin mirar atrás y sin pensar en lo que viene. Sigo teniendo esperanza, aunque a veces flaquee (es que el día a día me lo pone muy difícil), sigo creyendo en algún tipo de milagro que solucione todo, pienso y creo realmente que no me cambiaría por mi yo de 20, 25 años, que soy más mujer, más fuerte, más coherente. Tengo el poso de la experiencia pero aún soy joven para enfrentarme a la vida con decisión y alegría. Y sí, me miro al espejo y, más allá de la piel, las canas prematuras y los signos de fatiga, que dirían en los anuncios de cremas, sigo viendo mis ojos, el brillo que desprenden y sigo teniendo muchas ganas de disfrutar del día a día, porque el futuro nadie sabe cómo va a ser, y los planes que hagamos están para ser destrozados...