Lo más interesante de la película de Tyldum (un director con nombre de personaje de Juego de Tronos) es que plantea un enorme conflicto ético al protagonista que, por un accidente, es despertado décadas antes de que termine el viaje. La perspectiva, ya que no sabe cómo volver a dormirse, es vivir y morir solo en la enorme nave, que va a proporcionarle todo lo necesario para la supervivencia, excepto la compañía. La tentación de este nuevo Adán de despertar a una muchacha para que sea su compañera es demasiado grande... A favor de Jim Preston, hay que decir que el hombre duda y se atormenta durante semanas debatiendo consigo mismo los pros y los contras. Su decisión final no la voy a poner aquí, pero ustedes se la pueden imaginar...
Desde mi punto de visa, Passengers es una de las películas de ciencia ficción más interesantes de los últimos años, debido sobre todo a su falta de pretensiones grandilocuentes y en que se centra en una historia intimista protagonizada por un personaje que experimenta una situación que sobrepasaría a cualquier ser humano. También hay espacio para una leve crítica social, con esos espacios de Avalon que solo pueden ser disfrutados por los pasajeros de mayor nivel adquistivo, espacios preparados para que los últimos meses de navegación hasta el planeta prometido se parezcan a unas vacaciones en un resort de lujo, con pulserita digital incluida. Quizá el último tercio de la película sea el más convencional, el que redime al protagonista de una forma un tanto forzada, pero en realidad supongo que no había más remedio que concebirlo así, puesto que el happy end es imprescindible en este tipo de producciones.