Pastas de vino - reto tía alia abril 2013

Por Magdalena

Es la primera vez que me enfrento al reto de Carmen, el blogosférico reto de la tía Alía, de las dos recetas, la salada y la dulce esta vez me he decidido por la última: pastas de vino. Os cuento mis andanzas.
La receta original (la reproduzco abajo) era muy poco precisa, lo cual es bueno y es malo. Bueno porque deja libre la creatividad, malo porque hay que experimentar más con el riesgo de que los resultados acaben en la basura.

Lo primero que pensé al ver la receta es: ¿Qué demonios es una jícara? una medida antigua de líquidos, claro está, pero ¿cuál?, me dediqué a buscar aquí y allá, y mientras que la Real Academia Española contaba lo que era pero no decía nada de su volumen, en varias páginas web hablaban de una medida que se correspondía a 100 g y en otras de una taza de chocolate sin especificar cuanto chocolate contiene la taza.
Pero llegado a este punto me planteé: ¿Qué más da? en realidad lo importante en este caso (y en otros) son las proporciones y lo que hay que tener en cuenta es poner el doble de vino dulce que de aceite ¿no? porque la harina será la que admita la cantidad de líquido con la que trabajemos.
En segundo lugar me planteé: ¿unas pastas sin azúcar?, está bien que el vino sea dulce, pero ¿será suficiente para darle un toque "sweet" a las pastitas?
Con estas dudas empecé: puse 100 g de aceite de oliva virgen extra y 200 g de Málaga Virgen (El único vino dulce que tenía en casa en esa cantidad). Fui añadiendo harina, y según iba añadiendo me parecía que la masa era bastante pegajosa, pero seguí incorporando harina hasta que la masa tenía una consistencia no pegajosa y se podía manejar bien.
En este punto la dejé reposar en la nevera un rato. Con la masa más fría la extendí sobre la encimera con el rodillo, finita (tal y como decía en la receta) y corte las pastas con un cortapastas.
Las puse sobre un silpat en las bandeja del horno y a horno suave (170º C) las tuve unos 12-15 min, arriba y abajo con aire.
Después les puse azúcar glass por encima y el resultado fue el siguiente:
  Rápidamente se acercó a ellas uno de los depredadores de dulce que hay en casa (y que yo utilizo de catadores), comió una y al momento hizo la "nota de cata": están buenas pero tienen poco azúcar, son poco dulces.
Bueno, esto coincidía exactamente con mi opinión (a priori, claro), de que la receta debería de contener más azúcar.
Dispuesta a solucionar el asunto lo primero que se me ocurrió fue coger las galletas que ya había horneado y juntarlas de dos en dos (se podía porque eran muy finitas)  poniéndoles una cucharada de un dulce de cereza, que tenía previamente hecho, en medio de las dos. El resultado: unas galletas dobles de vino dulce y cereza exquisitas. Esta vez fui yo la primera que las caté, aunque inmediatamente empezaron a "desaparecer" del plato, y si me descuido me quedo sin foto.
      Pero bueno, todavía no estaba del todo conforme, porque pensé que la masa, en sí misma, debía de ser más dulce y decidí que la siguiente hornada iba a ser con la misma masa a la que se le hubiera incorporado azúcar, cosa que hice, pero no puedo indicar la cantidad exacta que le añadí porque lo hice a ojo, las corté más pequeñas y el resultado fueron unas pequeñas pastas con bastante sabor a vino dulce y con un buen punto de dulce. Estas también las caté. Os dejo también la foto:       Una última apreciación sobre las pastas: de todas las tandas, las que más éxito han tenido han sido las que estaban rellenas de dulce de cereza. El éxito lo mido en base a que ¡fueron las primeras que desaparecieron!, aunque en honor a la verdad no quedó ninguna de las diferentes clases que hice.   Y para terminar, días más tarde, dándole vueltas a la cabeza a esta receta, pensé en darle otra vuelta y transformar las pastas en pastelitos, o bizcochitos, añadirle levadura a la masa y hacer una especie de cocas de vino dulce, y lo hice, pero eso será motivo de otro post que en este ya me he extendido bastante y esta receta se sale un poco del reto, aunque para abrir boca os dejo una foto.   Quiero comentar que me he divertido participando en el reto. Siempre es interesante interpretar las recetas antiguas, yo tengo el recetario de mi abuela Adelaida, que por cierto, ¡que sorpresas nos depara la vida!, era prima de Marichu Rezola (del blog las recetas de Marichu y las mías...). Lo heredamos cuando ella murió y mi hermano transcribió y prologó para que todos los nietos pudiéramos disfrutar del mismo. Muchas recetas están incompletas o solo hay algunas notas, porque, está claro, ella las conocía y dominaba, pero el que las lee se puede perder en un mar de dudas. Aún así merece la pena bucear en el mismo.   ¡Gracias Carmen por compartir con todos el recetario de la tía Alía!.   Si te ha gustado, déjame tu comentario, a mi me encanta encontrármelos y son el alimento del blog. 
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