No me pude resistir a comprar unas cajitas de grosellas cuando las vi en el supermercado. En nuestras islas no son habituales, ni siquiera fácil de conseguir, así que no dudé ni un poquito en llevármelas a casa sin tener muy claro que haría con ellas, aunque hacía tiempo que quería probar a hacer un pastel imposible de pronunciar por mi, Ribiselkuchen.
Un bizcocho Austriaco con muchas grosellas y una buena capa de merengue que hace mas de tres años que había leído en el Blog Hierbas y especias y que no había probado porque no me atrevía con grosellas congeladas, que era las únicas que conseguía Me puse manos a la obra, y confieso que a la familia le encantó.El bizcocho tenía un intenso sabor a limón y las grosellas tan ácidas mezcladas con el merengue resultaba una mezcla estupenda. Quizás que me quedé un poco corta con las grosellas que tenía que poner con el merengue, pero la receta está redactada con la cantidad que realmente tiene que llevar.Ingredientes para el bizcocho:
150 gr. de azúcar150 gr. de mantequilla4 yemas de huevo1 sobre de azúcar avainillada o una cucharadita de aroma de vainillala ralladura de 1 limón300 gr. de harina tamizada1 cucharadita de levadura50 ml. de leche150 gr. de grosellasIngredientes para el merengue
4 claras de huevouna pizca de sal200 gr. de azúcar molida150 g de grosellasTiene que quedar cremosito, así que si vemos que falta un poco mas de leche se la podemos añadir, poco a poco. Las grosellas soltarán algo de jugo así que lo tendremos en cuenta porque no queremos que quede demasiado liquida la masa.
En este caso se me quedaron tal cual las puse, en la parte mas alta.
Engrasamos el molde, que en este caso utilicé uno de silicona desmoldable y metemos al horno a 170º.
Yo añadí entonces las grosellas por encima, y se me mantuvieron bien repartidas, aunque es posible que si la masa está un poco liquida se vayan al fondo, pero no pasa nada. De todos modos la receta original dice que es mejor iniciar la cocción y a los 5-10 minutos echar las grosellas por encima, pero yo soy de las que no abre el horno hasta que no está casi terminado.
¡Ahora solo queda disfrutarlo¡