Pastelillos de las Monjitas Silbadoras

Por Sonsoles
En una  bonita ciudad colonial de un maravilloso país sudamericano había dos conventos de monjas. En el que estaba a las  afueras  de la ciudad convivían una veintena de monjas dedicadas a la oración, los bordados, el cuidado del huerto y los animales. Entre maitines, laudes, vísperas y rosarios transcurría su monótona y tranquila vida. Un día,  ingresaron ocho novicias jóvenes y alegres, con vocación pero también con ganas de diversión. La principal norma de la comunidad religiosa era que, durante el tiempo de meditación (muchas horas al día) por el claustro del convento, se debía guardar silencio absoluto. El grupo de jóvenes novicias urdieron un plan para poder comunicarse, sobre todo para contarse que era lo que la hermana cocinera preparaba en sus fogones para la comida o la cena. El sistema de comunicación que planearon y acordaron era a través de suaves y armónicos  silbidos. A veces no tan armónicos y mucho menos suaves.  Cuando la superiora descubrió la treta de las novicias las reprendió y les impuso como castigó  que debían  preparar un plato en la cocina, cada una de las novicias debería aportar un ingrediente  que no podía repetirse y por supuesto, no podían hablar (de las demás formas de comunicación y entendimiento, nada se dijo). Pronto la cocina se convirtió en un autentico paraíso de trinos, risas y silbidos que acompañaban a cálidos y dulces aromas. Las novicias, entre silbido y silbido, prepararon un  delicado dulce, que la superiora no dudó en poner a la venta y por la ciudad su fama se extendió como la pólvora y la gente decía “voy a comprar dulces de las monjas” si le preguntaban “De qué monjas?” respondían “de las Monjitas Silbadoras”. La receta ha estado guardada durante muchos, muchos años y hoy  te la voy a desvelar:
PASTELILLOS DE LAS MONJITAS SILBADORAS

Ingredientes (4 pastelillos):5 c.s (aprox) de  dulce de leche.1 lata pequeña de melocotón en almíbar.4 láminas de masa filo.10 almendras caramelizadas.150 grs Queso mascarpone.100 ml de nata (35% m.g).75 grs de azúcar.Mantequilla a temperatura ambiente (casi derretida).
Elaboración:Ponemos en un cazo el azúcar (en seco) a caramelizar, cuando tiene un bonito color dorado la separamos del fuego y  movemos un poco el cazo, para que se baje la temperatura, le añadimos (con mucho cuidado) la nata y volvemos a llevar al fuego bajo (unos 6 minutos), removiendo bien hasta que espesa un poco (al enfriar espesará otro poco).
Dejamos enfriar y mezclamos suavemente y con movimientos envolventes con el queso. Reservamos en el frigorífico.Sacamos el melocotón del almíbar, lo escurrimos muy bien (mejor si lo secamos) y lo picamos muy picadito. Reservamos en frío.Cortamos nuestras hojas de masa filo en rectángulos  de 12 X 7 cm (5 por cada pastelillo) o en círculos, lo que más nos guste.Pintamos con la mantequilla los rectángulos de masa filo. La primera por las dos caras. Colocamos la siguiente encima y la pintamos por la cara superior, ponemos otra encima y también la pintamos por la cara de arriba, así hasta completar todos los rectángulos (o círculos). Precalentamos el horno a 200ºEn la bandeja del horno sobre el silpat  colocamos nuestros rectángulos de masa y los metemos a dorar ¡OJO! Que estarán listos en menos y nada, no se nos quemen. (Podemos espolvorear con un poco de azúcar).Sacamos del horno y mientras se enfrían picamos finamente las almendras caramelizadas y las reservamos. Con ayuda de un par de mangas pasteleras(una para la mezcla de queso y otra para el dulce de leche) montamos nuestros pastelillos colocando dos rectángulo de masa como base, encima un poco de la mezcla de mascarpone y sobre esto un poco de melocotón picadito, otros 2  rectángulos de masa cubrimos con dulce de leche,un poco de melocotón picadito  y tapamos con el quinto rectángulo de masa.

 Espolvoreamos con la almendra picada.

Nota: Nunca hubo tal ciudad, ni tal convento ni tales novicias,  he inventado esta historia  para poder dar una introducción a esta receta que se va a  participar en el concurso  de Sol Pâtisserie