Una a veces necesita confesar sus vicios, sí, soy pastillera, lo reconozco. Pero no os asustéis. Soy pastillera de las sanas, no tomo alucinógenos ni nada de eso. Ya bastante alucina una en la vida como para tomar algo adicional.
Las pastillas que me gustan son las que se suponen que son naturales y que van a hacer que estés más sana sin tomar medicación. Si, esas que se venden en herbolarios (o en Mercadona en su versión barata y muy apañada si no tienes un duro).
Hace años se me ocurrió comprar la revista “Cuerpo y mente” para un viaje en tren y descubrí un mundo nuevo: que si las perlas de aceite de onagra para la regla, que si la levadura de cerveza para piel y cabello, que si el germen de trigo… y me hice adicta. Me fui al herbolario más cercano (entonces no existía ni siquiera el Mercadona, que no sé cómo comía yo de aquellas) y me compré de todo lo que vi.
La verdad es que había mañanas que me tomaba hasta doce pastillas así, de sopetón, para empezar el día. Un poco agotador, las cosas como son. Creo que me metía más calorías en el cuerpo con las pastillitas que con todo lo que comía a lo largo del día.
Así fue como me convertí en pastillera. He ido evolucionando, que una es moderna y está siempre pendiente de todo lo que va saliendo. Que si el aloe, la cola de caballo, la melatonina, el té verde, el té rojo, las de omega-3, el zinc, la espirulina, es que ya ni me acuerdo de lo que he tomado. Para la caída del pelo, para la piel, para mejorar la circulación, para todo lo que veo que me pueda venir bien.
Eso sí, todo en pastillas o cápsulas, que una es bullita y no tengo tiempo de tomarme todas esas cosas mezcladas con cereales o en infusión. Voy a lo rápido. Aunque me engollipe cada mañana.
El caso es que después de tantos años no sé si habrán hecho efecto o no, porque igual las tomo que las dejo de tomar. No creo que haya nada que haga milagros, ni cremas, ni pastillas, ni nada, cuando tenga que venir lo que sea que tenga que venir me va a entrar de todas formas. Mientras tanto yo seguiré con mis pastillitas, que por lo menos me tienen entretenida la conciencia y hacen que sienta que me cuido por dentro. Eso que se lleva el cuerpo ¿no?
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