Las hormigas siempre me parecieron unos bichos alucinantes, cuando era pequeño me pasaba las horas muertas viéndolas trabajar y moverse de un lado para otro, siguiendo los caminos de tierra que partían del hormiguero en todas las direcciones. Pero entre todas las especies de hormigas que conocía, las más grandes, las más fuertes, y en resumen, las jefas de todas las tribus de hormigas, eran las hormigas rojas. Las hormigas rojas salían de cacería y eran capaces de capturar insectos enormes comparados con ellas, los mataban y despedazaban y luego llevaban cada uno de los trozos al hormiguero. Nunca entraban en casa para comer azucar y alimentos cocinados, como hacían las hormigas negras. Las hormigas rojas eran cazadoras y no se conformaban con nuestros desperdicios. Y por si fuera poco si te acercabas a su hormiguero se te subían por las piernas, te mordían y te echaban un liquidillo (que años después supe que era ácido fórmico) que picaba y olía raro.
Pero además de grandes cazadoras, las hormigas rojas, al igual que otras especies de hormigas, tenían rebaños de ganado de ordeñaban para obtener un aporte extra de azúcares. Eran como los masais, cazadores y pastores. Las hormigas establecen una relación mutualística con los pulgones (Aphidae) en la que ambos salen beneficiados: las hormigas protegen a los pulgones de sus depredadores naturales, como las mariquitas y las crisopas, y a cambio ellos les dan a sus protectoras el exceso de sabia que obtienen de las plantas que parasitan.
Los rebaños eran vigilados y protegidos por los soldados, unas hormigas de forma parecida al resto de las hormigas del hormiguero pero mas grandes, con cabezas mas anchas y con las pinzas mas desarrolladas. Dentro de la sociedad de las hormigas hay varias castas que desempeñan distintos papeles para la comunidad. Por una parte se encuentran las castas reproductoras, formadas por reyes y reinas que son las que se encargan de producir huevos y fecundarlos, y por otra parte están las castas trabajadoras que se dividen según sus tareas en obreras y soldados y entre las obreras hay algunas que cuidan a los huevos y larvas, otras que se encargan de la limpieza y otras que cuidan el ganado.
Los pulgones succionan la sabia de las plantas sobre las que se asientan y las hormigas los estimulan con sus antenas para que liberen el excedente de melaza que luego consumen. Pero esa sabia que obtinen de los pulgones no es para consumo propio, ya que solo una parte es digerida por ellas, la mayoría se reparte entre el resto de la colonia.
Cuando una obrera que acaba de ordeñar a un pulgón se encuentra con otro miembro de su colonia, lo primero que hacen es rozar sus antenas para comunicarse. Si el soldado está hambriento la obrera regurgitará parte de la sabia para alimentarlo.
A partir de ese momento se establecerá una cadena de favores y los individuos que se encuentren con otras hormigas mas hambrientas les cederán parte del alimento que tengan dentro del estómago.
El trabajo de las hormigas no sólo consiste en ordeñar y vigilar al rebaño. Si por alguna razón la planta nutricia se marchita o se muere, las obreras cogeran delicadamente a los pulgones entre sus pinzas y los llevarán a otra planta próxima para que sigan alimentándose.
La naturaleza nos vuelve a demostrar una vez mas que nuestra especie no es demasiado original, incluso unos pequeños insectos de 1 cm de longitud ya eran ganaderos muchos millones de años antes de que el primer ser humano se pusiera en pie.
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