El nombre de la región fue una derivación de "patas grandes", adjetivo con el que Hernando de Magallanes bautizó a los altos y corpulentos indios tehuelches que poblaban esta región (también se cree que Magallanes pudo bautizarles de este modo gracias a un gigante protagonista de una novela medieval llamada Primaleón)
Con casi un millón de km 2 de extensión, nosotros comenzamos nuestro inolvidable viaje a las maravillosas (con la "elle" y "eses" bien marcadas en su pronunciación) tierras patagónicas desde el aeroparque metropolitano de Jorge Newbery, en la Gran Buenos Aires. Lo mejor, alquilar un coche o auto en el aeropuerto de Trelew hasta Puerto Madryn (con casi 90.000 habitantes y la oferta más amplia de alojamiento). De este modo podréis realizar las excursiones a vuestro aire.
Un espectáculo difícil de igualar en otro lugar del orbe ya que aquí se reúne la mayor población reproductora de ballenas francas australes del planeta (Patrimonio Natural de la Humanidad), y donde podréis disfrutar de la compañía de estos bellos gigantes del océano que, con casi veinte metros y cincuenta toneladas, rozarán el barco. Sencillamente, un recuerdo para toda vuestra vida... que os adjunto (lo siento, no iguala estar allí) en forma de fotos:
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Tras disfrutar del hipnótico baile de los enormes cetáceos, continuaremos viaje en coche alrededor de la, desolada por los vientos, península Valdés. Nosotros paramos en Punta Delgada, donde preguntamos cómo ver las loberas marinas en el único hotel-restaurante que os encontraréis. Tras entrar en calor con café o tazón de chocolate nos apuntamos a una visita guiada por un acreditado y experto local que organizaba en esos momentos (también hay que pagar y además consumir, a no ser que os alojéis en el hotel). Después de una pequeña marcha (el tiempo no acompañaba agradablemente nuestros pasos) descendimos hasta una enorme playa (propiedad particular del hotel); ¿el premio?
Mayúsculo: un numerosísimo grupo de elefantes marinos australes descansaban (están entre agosto y marzo) sus cientos de kilos sobre la arena alrededor nuestro. Nos tuvimos que mover con sigilo y no molestar a estos gigantes (impresionante diferencia y descompensación de tamaño de los machos respecto a las hembras), y en silencio tuvimos la fortuna incluso, de poder contemplar una pugna y dura pelea entre dos machos descomunales, os adjunto fotos, incluida la del ganador:
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En determinadas épocas, febrero-abril, podréis avistar orcas "vigilando" el frío agua.
Otra excursión que podéis realizar en esta región es acercaros hasta Punta Tombo, a dos horas y media al sur de Puerto Madryn, donde se reúne una colonia de más de un millón de pingüinos patagónicos o magallánicos (en enero y febrero es cuando la población alcanza su cénit nos dijeron; como era octubre, no tuvimos la oportunidad de verlos pero nos acercamos y paramos en Gaimán, una colonia galesa famosa por sus casas de té y pastas, por cierto, debéis probar las tartas caseras de estos encantadores establecimientos del más puro estilo british...). Un último consejo, si vais en coche alquilado tened cuidado con las piedras sueltas que os encontraréis en el ripio o carretera, el seguro no cubrirá rotura de cristales, muy habitual en esta zona.
La visita a Península Valdés tocaba a su fin, y nos dirigimos de vuelta al aeropuerto; próxima parada: el Calafate y el conocido Perito Moreno.