Eso sí, esta pequeña ciudad (17.000 habitantes) es la puerta del Parque Nacional Los Glaciares (es obvio decir que este viaje implica ropa de invierno sea en la época del año que sea), y fue el punto de partida para realizar (todas contratadas allí mismo y en dólares -estábamos en pleno corralito por lo que merecía la pena pagar en esta divisa y directamente allá-) las siguientes excursiones:
Bahía Onelli:Al final de la caminata pudimos disfrutar de unas increíbles vistas de la bahía helada, tanto que, pudimos andar por encima de la gruesa capa de hielo que aún cubría una extensión sin fin (era octubre y por tanto empezaba la primavera austral).
De vuelta al barco, también pudimos disfrutar de los majestuosos vuelos de los grandes cóndores (carroñeros de tres metros de envergadura y casi 15 kilogramos de peso) sobrevolando las montañas que bordean el lago Argentino y su famosa bahía.
Glaciar Upsala:Con un largo de 50 kilómetros (el más largo continental existente), un ancho de 10 kilómetros, y unas paredes de 60 metros sobre el nivel del lago, el Glaciar Upsala es un gigantesco campo de hielo que avanza sobre espejos de agua que te quitarán el habla. Eso sí, el barco no puede acercarse más...
El pase de diapositivas requiere JavaScript.
Especialmente bellísimo es contemplar desde el barco los gigantescos témpanos de hielos que se han desprendido del frontal del glaciar navegando a la deriva. Como no se me ocurren palabras con las que describiros este marco incomparable, os dejo, entre las muchas que hice, una foto de un iceberg para que os podáis hacer una idea aproximada de su belleza:
A 80 kilómetros de El Calafate, debéis acercaros a disfrutar del más famoso glaciar de Argentina y que bien merecida tiene su fama: la lengua helada de 30 kilómetros, con un frente de 5 kilómetros, con paredes de hielo azul de 60 metros de altura sobre el nivel del lago Argentino en su brazo sur, y 170 metros escondidos bajo el agua... y que avanza ¡dos metros cada día!
Este espectacular avance de 700 metros al año (el cual os dejará "helados" con un sonido continuo de hielo resquebrajándose en un rugido increíble) represa las aguas del brazo Rico, por lo que llega a desnivelar este brazo con el resto del lago hasta en 30 metros, lo que motiva que, con la presión de esta masa líquida, se produzcan filtraciones de hielo y creando un túnel con una bóveda de más de 50 metros que cada ciertos años se derrumba en un inusual espectáculo natural.
Aunque, como yo, no podáis coincidir con un derrumbe total, continuamente podréis ver, desde las distintas pasarelas frontales, el desprendimiento de algunos gigantescos "cubitos" de hielo y grabar a fuego en vuestra memoria el recuerdo imborrable de esta maravilla. A nosotros el día además, afortunadamente, nos acompañó y pudimos disfrutar de este cuadro de frío, sol y hielo, de este espectáculo único, de esta grandiosa obra de arte de la naturaleza; y que, durante horas, embelesados como yo, ¡¡debéis visitar si tenéis la oportunidad, alguna vez en vuestra vida!!
El pase de diapositivas requiere JavaScript.
Mencionar que también es posible transitar sobre el Perito Moreno (llamado así en honor de Francisco Moreno, un gran explorador de la zona y creador de la Sociedad Científica Argentina), con ropa y calzado especial, con guías especialmente entrenados y con especial conocimiento del hielo, ya que conlleva ciertos riesgos.
Con la sensación de haber contemplado algo único nos dirigimos al aeropuerto. Pero, antes de dejar Argentina y volver a España, nos tocaba una última parada: Ushuaia, en Tierra de Fuego... el fin del mundo.