Hablamos con el realizador Alejandro García Wiedemann y la productora y guionista Gabriela Rivas, sobre un film que parte entre los favoritos para su nominación al premio de la Academia española.
García Wiedemann, el director
- ¿Que le inspiró la primera lectura del guión y qué le aportó a usted al texto?
La historia, en otro tono, podría ser dura, pero aquí tiene una lectura amable y hasta mágica...
Para mí lo importante era lograr transmitir que “la muerte de una persona mayor no tiene porque ser una tragedia”, mi premisa, por eso los momento dolorosos son breves, no podía darme el lujo de soltar la cuerda y que el espectador se hundiera en un foso, mi reto era lograr darle a la historia el ritmo de un abuelo, meter al espectador sin prisa en el seno de esa familia y llevarlo poco a poco a una despedida asumida y aceptada por todos, con el mejor ánimo, “no es que me alegro por tu partida, pero te despido con alegría”.
- ¿Qué pensó al recibir la candidatura al Goya?
Quedé patas arriba, pensé, “¡Que honor tan grande!” e inmediatamente recordé a Lulú, -Lourdes Valera (la popular "Cerebrito" de la telenovela de éxito en España "Cristal", fallecida de cáncer pocos meses después del estreno)- ella tenía tanta fe en nuestra película, cuando la vio la primera vez en la sala de edición, auguró su éxito y si te soy sincero, ella mencionó el Goya y en ese momento para mí, la sola idea era una utopía, hoy es una posibilidad y tengo que reconocer que éste es uno de los momentos más emocionantes en mi carrera.
Gabriela Rivas, la guionista y productora
- Cómo le llegó la inspiración de la historia? tiene algo que ver con su propia familia?
No conocí a mis abuelos, solo a mi abuela Carlota, telegrafista, poetiza y madre de siete hijos, tuvimos una relación entrañable, “Bargüela” la llamaba porque teníamos citas en las tardes para tomar cervezas endulzadas con dos gotas de sacarina, nos reuníamos en su cuarto en una residencia para “ancianas”, a donde se fue voluntariamente “para no ser un estorbo”. El cuarto de mi Bargüela era maravilloso, decorado con una enorme cantidad de recuerdos de sus viajes y de sus amores, sacaba la guitarra, cantaba boleros e imaginábamos que estábamos en un bar de algún rincón del mundo, siempre tenía alguna historia que contar… Mi abuela falleció tomada de mi mano, esperó que yo llegara, como Renato esperó a Salvador . “Por fin llegaste” y respiró su último aliento.
Trailer:
Fuente: Jon Apaolaza