Paternidad a Carcajadas: Einstein y los lechones

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Patidifuso me hallo. Es un tópico esto de decir que el tiempo pasa muy rápido para nosotros los padres. Hasta hace poco nuestros lechones eran unos bebés que en abrir y cerrar de ojo se han convertido en niños. Todo va muy rápido y cuando te das cuentas ya has pasado media vida (si tienen suerte), pero a veces nos olvidamos que para los más pequeños el tiempo no transcurre de la misma manera. Cuando uno es un niño las semanas son muy largas, los meses inabarcables y un año es algo cercano a una eternidad insondable. Vamos que Einstein tenía razón y el tiempo es relativo.

Una hora sentado con una chica guapa en un banco del parque pasa como un minuto, pero un minuto sentado sobre una estufa caliente parece una hora.

Albert Einstein

A medida que uno cumple años- yo diría que a partir de los veinte la cosa comienza a acelerar y los treinta pasan en un suspiro- todo se precipita. Pero no para ellos. Y en este contexto, en el que mayores y pequeños medimos en tiempo de distinto manera, surgen reflexiones que le dejan a uno el culo torcido. Le hablo de ese momento en el que el lechón se da cuenta de su condición de niño, de ese status y se lamenta.

Fíjese en lo que ocurrió el otro día, Capitán. Allí estaba Ovugirl en el salón cuando uno de los lechones se tumba sobre un cojín. Vista clavada en el techo, mirada perdida y las piernas levantadas, apoyadas en la pared. Muy serio, y tras un suspiro digno de un concejal, informa a su madre de lo siguiente:

-Estoy cansado de ser un niño. Esto harto de ser así. Estoy harto de tener cuatro años...

Resulta que el tiempo no le da pasado y no le llegan los cinco años. Él y su hermano son de los pequeños de clase, cumplen en octubre, y claro en su cabeza eso deber ser un salto cualitativo de respeto y posición. Él expresa su deseo alto y fuerte, y yo aprovecho para deslizar con la elegancia de un orangután en un quirófano el argumento de que tiene comer frutas y verduras si quiere cumplir antes los cinco años. Los cinco años. Meta inalcanzable, lejana y ansiada. Los cinco años.

Me gustaría decirle que no se queje, que la vida después (si tienes suerte puede ser divertida, pero que en general le va a dar la risa). ¡No te queda nada chaval! Disfruta de tus cuatro años. ¡Agárrete a ellos como estás haciendo! ¡No hay prisa, hombre! ¡Tienes toda la vida para hacerte mayor! Es más, llegará un día en el que no te importaría nada volver a tener cuatro durante un ratito.

Y aquí estoy.

Tumbado sobre un cojín. Vista clavada en el techo, mirada perdida y las piernas levantadas, apoyadas en la pared. Muy serio, y tras un suspiro digno de un concejal, me digo a mí mismo:

-Estoy cansado de ser un mayor. Esto harto de ser así. Estoy harto de tener cuarenta y tres...

Saludos, Capitán