ALBADA
Parece tu mano derecha infantil: puño cerradoagarrando el latir del corazón.
La última copa de anoche robó a tu lengua su pericia habitualy aun así trajiste una tormenta más rápida y más duraa mi interior y, otra vez, sí, esta alcanzó mi corazón.
Miro cómo te despiertas y levantas,ni siquiera lágrimas esta vez.
Un sinsonte señala su presenciapor los patios traseros de Brooklyn.
Se abren tus manos y me acarician la espalda.Tu boca encontró la mía a medianoche.
Ahora está tu boca seca de tanto paladear, de tanto vino.Esta mañana nuestros dos rostros ajados por la falta de sueño.Este es el lento destejer, la reincidencia que sabíamos que podría suceder.
Tu rostro se ha relajado, el niño más presente que el hombre,y se aquieta el dolor de mi alma, más mujer que la niña.
Jugueteando en lo oscuro, es la nuestra una música de mutuos solos.
A la luz del alba comenzamos de nuevo a practicar la sensatez.La radio de mi vecino pregona malas noticias.
Te marchas.Me voy a trabajar.
Patricia Spears Jones en Mujeres a los remos.
Traducción de Natalia Carbajosa.